Lourenzá - Abadín

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Valle del Valiñadares desde el alto de A Xesta

Valle del Valiñadares desde el alto de A Xesta

No es tan fiera la etapa como la pintan. Seguramente, los peregrinos recibirán avisos y consejos acerca de la dureza de esta jornada entre Lourenzá y Abadín, de 25 kilómetros. Efectivamente predominan las subidas, pero compensadas con un frondoso y solitario paisaje que permite al viajero transitar sin sobresaltos, aunque vigilado por la huidiza presencia de raposos, jabalís, corzos o ardillas, con los que no es difícil toparse en los márgenes del camino

Dos son los accidentes que pondrán bien a prueba las piernas: comienza la marcha con una pronunciada cuesta desde el albergue de Lourenzá, pero el plato fuerte se reserva para los últimos kilómetros, en un durísimo ascenso paralelo al puerto de A Xesta.

Le espera al romero al completar el primer tercio de la jornada la perenne villa de Mondoñedo, su catedral y patrimonio, por ello, visita obligada. Es un buen lugar para planificar la parada y el avituallamiento, pues desde el núcleo episcopal no habrá otro establecimiento hasta alcanzar el municipio de Abadín, población en la que sí hallará servicios básicos. No obstante, en Maariz -a dos kilómetros del núcleo mindoniense- una antropóloga madrileña regenta una casa de acogida de peregrinos donde se pueden recobrar fuerzas para afrontar el último trecho de la jornada o incluso hacer noche.

La etapa (25 kilómetros)

La ruta parte desde el céntrico albergue público de Lourenzá, junto a una fuente secular y a la minúscula capilla de Nosa Señora de Gracia, del siglo XVIII. Recién iniciada la marcha, unos peldaños y un camino angosto intimidan el paso, especialmente para bicicletas, de ahí que muchos ciclistas opten por transitar la N-634 (Irún-Santiago) hasta Mondoñedo (8 kilómetros). Pero resuelto a no desviarse del trazado por tierras de la Mariña Central, el peregrino inicia la subida por la citada vereda, de cierta dificultad, hasta el camposanto. Anchea allí la pista que, aun en subida, dirige hacia el lugar de Arroxo, donde torna el firme en un empedrado de unos cien metros que deriva en la carretera nacional (23 kilómetros a Abadín). Allí finaliza el término municipal de Lourenzá y comienza Mondoñedo. Precaución en ese trecho, de alrededor de un kilómetro, compartido con la N-634 hasta el lugar de Grove.

Antes de llegar a ese núcleo, se pasa bajo el puente de la autovía A-8. Es aconsejable extremar aun más el cuidado pues la infraestructura se encuentra en obras y la circulación de camiones y maquinaria es constante.

En el barrio mindoniense de Grove encontrará el romero un restaurante (A Voltiña) y el anuncio de una casa rural próxima (A Casa de Mañas). De haber madrugado, será demasiado pronto para el yantar, habida cuenta, además, de que Mondoñedo está a tiro de piedra (unos 5 kilómetros). Así que la senda se adentra allí nuevamente en pistas de tierra, junto a la capilla de Guadalupe (izquierda). Continúa por un camino de carro hasta que se desvía a la izquierda por una serventía muy estrecha, en cuyos márgenes florece la maleza y los estirados tallos de las ortigas, ofreciendo una caricia urticante a las piernas del trajinero.

Tras bordear el cementerio y pasar entre cultivos, ya sobre una pista algo más amplia, pero muy embarrada con lluvia, topa el viajero con un regato que tendrá que esquivar para, acto seguido, alcanzar San Pedro da Torre y su capilla. Unos metros superado el santuario, hay a la izquierda una fuente de nítida agua y ornamento de piedra, muy conocida en la zona.

Sigue por otro sendero dificultoso para las bicicletas, aunque sin otro inconveniente para el caminante que las piedras de picos traicioneros. Llega a la aldea de Reguengo, entre agros y casas de arquitectura tradicional, y donde un nogal cobija a su pie un manantial de agua fresca potable.

Paso bajo un hórreo

Entronca luego con un camino de tierra que también puede presentar barro en días lluviosos. Sorprende el singular paso bajo un hórreo y el alpendre de una vivienda rústica en el acceso al siguiente núcleo: San Paio, custodiado por la capilla que le da nombre, a la derecha de la ruta. Otea su ínfimo atrio el centro de Mondoñedo y las torres de su catedral, a poco más de dos kilómetros.

De nuevo coincide el itinerario con la carretera nacional, que habrá que cruzar para llegar al barrio de San Lázaro, en las afueras de la ciudad episcopal. Atraviesa el puente medieval de dos arcos y piedras de armas. Se ubica también allí la capilla de retablo barroco que recibe el mismo nombre y que alberga una escena de la resurrección de Lázaro. De gran actividad industrial, fundamentalmente maderera, el barrio fue enclave en el siglo XVIII de la Real Fábrica de Lienzos, así como de la antigua malatería.

Visita a Mondoñedo

Por la ancha avenida, llega a una intersección con un cruceiro al otro lado. No hay señalización, pero se toma a la izquierda hasta la rotonda, donde un mojón indica otro desvío a la izquierda, hacia la estación de autobuses.

Al núcleo mindoniense, capital de una de las siete provincias del antiguo Reino de Galicia, se accede por la rúa Pardo de Cela, que conduce directamente a los pies de la majestuosa catedral construida en el siglo XIII.

Mondoñedo

Mondoñedo

Por supuesto que la urbe en la que parece haberse detenido el tiempo es una de las paradas señaladas en la hoja de ruta de cualquier peregrino. Además, el itinerario aterriza en el mismo centro de Mondoñedo, lugar ideal para el avituallamiento y el descanso, más aun cuando los 15 kilómetros venideros hasta el municipio de Abadín carecen de servicio alguno -salvo la casa de acogida de Maariz- y discurren por una suerte de cuestas que llegan a extenuar las piernas.

Desde la catedral se avanza hasta la Fonte Vella, remodelada en el siglo XVI, y se dirige el camino hacia la salida de la ciudad (derecha) por la calle Rigueira, hasta llegar a un cruce con la pista local que se toma a la izquierda. El itinerario se mantendrá sobre ese vial asfaltado durante los próximos kilómetros, en una sucesión de subidas y bajadas que preparan las piernas para el ascenso definitivo a la meseta de A Terra Chá.

La carretera lleva hasta San Caetano, donde el romero encuentra una magnífica vista del casco histórico de Mondoñedo y el valle.

Pasa por el lugar de Barbeitas, todavía en remarcado ascenso, coronado en lo alto con un crucero y una placa del obispo mindoniense de 1903. Será habitual en las siguientes encrucijadas hallar solitarios cruceros de piedra, muestra y recuerdo de tiempo antiguo en el que la espiritualidad guiaba las peregrinaciones.

En bajada, se llega a la aldea de Maariz (13 kilómetros a Abadín), con una gran fuente al pie del Camino, provista de un tanque metálico para beber, aunque anclado con una cadena para ahuyentar a los amigos de lo ajeno. Comprobará el peregrino que la carretera apenas está transitada, lo que hace más agradable el paso, acompañado por el silencio mientras serpentea el valle bañado por el río Valiñadares (de haber tomado la ruta alternativa por la N-634, se encontrará el peregrino en ese punto en pleno ascenso del puerto de A Xesta, en cuya cota, inicio de la Terra Chá, se cruza de nuevo con el trazado jacobeo).

En Maariz encontrará el caminante una casa abierta a peregrinos. La regenta la antropóloga madrileña Carmela Tomé Valiente (Karmele), de nombre artístico Zilí Katova, que eligió ese núcleo para desarrollar su nuevo proyecto de vida. Se ubica a  dos kilómetros del casco mindoniense -O Bisonte- y es una antigua casa de labranza habilitada a modo de hospedería. Preferentemente destinada a las personas mayores, gente que hace el Camino con niños, enfermos o peregrinos agotados. Allí pueden ducharse, cenar, quedarse a dormir y desayunar antes de continuar ruta. La estancia puede durar incluso algunos días más si lo precisan. En O Bisonte dispone de seis camas, una habitación con dos camas en la primera planta y otras cuatro en el desván. Destaca Zilí Katova que «está limpio y aseado y tiene mucha magia encima». No tiene tarifa, solo acepta donativos.

Todavía en los dominios del Concello de Mondoñedo, se alcanza los minúsculos grupos de casas de Paadín, Casabella y Pacio.

Solitaria, custodia la ruta la pequeña capilla de San Vicente y su cementerio, previo al lugar de Lousada, parroquia de Sasdónigas, a unos 7 kilómetros del final de etapa. Al llegar al reducido grupo de casas se abandona al fin la pista de asfalto por una camino de tierra, a la izquierda, y que desciende hasta el curso del Valiñadares. Verá el peregrino al tomar el desvío la navajada en la ladera, producida por las obras de la autovía A-8. Durante la bajada, aparecen entre la maleza los intrigantes restos de una infraestructura industrial que al llegar al cauce sorprende aun más con un imponente torreón abandonado. Son los antiguos hornos de cal de Lousada, construidos en los años cincuenta y en total abandono.

Arranca la dura subida

Ahora toca subir todo lo que se ha descendido, y un poco más añadido. Es el puerto más duro de la etapa, desde la cuenca fluvial al alto de A Xesta, ya en tierras del Concello de Abadín. Zigzagueando por la pista de tierra, a base de riñón y empuje, se logra completar la subida, recompensada con una vista única del valle que ha guiado los pasos.

Desemboca la senda a junto las obras de la autovía, en San Martiño de Galgao (Abadín). Es una zona con desvíos provisionales, pero bien señalizados. A la izquierda del camino, se encuentra la iglesia de Galgao, adonde cada 27 de septiembre acuden centenares de devotos para celebrar la romería de San Cosme da Montaña. El atrio y los alrededores de la capilla son buenos lugares para el descanso, a la sombra de sus árboles y sobre el manto de hierba. Llama la atención el magnífico crucero que custodia la ermita y el cementerio.

Terra Chá

Terra Chá

Avanzados unos cientos de metros se alcanza nuevamente la N-634, intersección en la que confluirán los romeros que han transitado ese vial desde Mondoñedo. Precaución en ese punto, pues habrá que cruzar la calzada (lugar de Quende), para seguir de frente por una pista de asfalto (4 kilómetros a Abadín).

Entre granjas y pastos, paralela a la nacional, continúa la senda ondulante hasta los primeros establecimientos desde la capital mindoniense. Verá el peregrino el indicador al hostal-parrillada Claudio y una panadería, ambos al pie de la N-634.

Adentrado ya en la comarca de A Terra Chá, llega a Gontán, ubicación del albergue público de peregrinos. El lugar cuenta con bares, estanco, hospedaje y farmacia, si bien el núcleo de Abadín dista apenas un kilómetro del albergue, y por tanto se tomará como final de la etapa.

En bici

Son muchos los que optan por esquivar las veredas y caminos angostos entre Lourenzá y Mondoñedo, transitando la N-634. Es un tramo de unos 8 kilómetros, con tráfico denso, por lo que habrá que circular con especial precaución.

El resto de la etapa discurre por carreteras locales y caminos de tierra anchos, fácilmente practicables para los ciclistas.

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