Durante años, posiblemente siglos, se creía que Fisterra era el lugar que tenía el privilegio de ser considerado el Fin del Mundo. ¿Qué sigue haciendo tan especial a un enclave tan único?
El Cabo de Finisterre es popularmente conocido por ser el “Fin del Mundo”, pero cuando hablamos del Camino de Santiago, nos encontramos con “la otra meta”. Fisterra es la segunda localidad de Galicia más visitada de Compostela, y no es para menos. Situada en el extremo occidental de Europa, se trata de una región con mucho simbolismo al que le rodean miles de leyendas que entrelazan temas religiosos y marítimos.
Tal y como bien hemos mencionado líneas más arriba, el Cabo de Finisterre y Muxía son la segunda meta del Camino de Santiago. Muchos peregrinos deciden terminar allí su aventura debido a las vinculaciones jacobeas, donde hace miles de años se situaba el “Fin del Mundo”. En la actualidad abraza uno de los trazados más significativos entre los rituales del peregrinaje, por lo que no es difícil encontrar el camino hacia este histórico lugar.
Con 90 kilómetros de distancia entre Santiago de Compostela y Finisterre, esta ruta cuenta con una etapa extraordinaria completamente opcional. Hay peregrinos que prefieren prolongar un poco más la experiencia realizando un recorrido que nos lleva y termina en Muxía, una pequeña localidad costera que se encuentra a unos 28 kilómetros desde Fisterra.
“Donde termina lo real y comienza el misterio”. El Cabo de Finisterre continúa conservando, todavía a día de hoy, el calificativo de ‘El Fin del Mundo’. Se trata de un concepto que se ha ido transmitiendo de generación en generación y de siglo a siglo, convirtiéndose en uno de los parajes más emblemáticos de toda Galicia. Pero, ¿por qué se le conoce popularmente por este término? ¿Qué tiene de especial el lugar y por qué motivo ha sido siempre el foco de historias en las que los veleros y grandes barcos han sido las víctimas?
Si los peregrinos tienen la oportunidad de viajar hasta el Cabo de Finisterre, no tardarán en darse cuenta de que mirando tanto a su izquierda como a su derecha o simplemente al frente, todo lo que verán es única y exclusivamente mar. Esta serie de características paisajísticas junto con la indescriptible puesta de sol en la inmensidad del océano, hicieron creer en el pasado (más concretamente durante la época romana) que se trataba del último rincón del mundo; un pensamiento que se conservó intacto durante miles de años.
El nombre de Cabo de Finisterre, sin ir más lejos, deriva del romano “Finis Terrae”, al ser considerado el “final de la Tierra”, como reza la traducción. Nada más lejos de la realidad, pues aunque a día de hoy sepamos de sobras que el mundo no acaba en el Cabo de Fisterra, se cree que su localización es el punto más occidental de toda Europa.
¿Es el Cabo de Finisterre un punto de encuentro obligado para los peregrinos? Si estabas empezando a replantearte la pregunta, la respuesta es más que afirmativa. Muchos de los valientes peregrinos que se aventuran a hacer el Camino de Santiago, deciden concluir su periplo precisamente en el Cabo de Finisterre. ¿El motivo? Antiguamente se realizaba un ritual de purificación y renacimiento quemando las botas y tirando las cenizas al mar.
El enclave encierra tanto simbolismo, tradición e historia, que aquellos peregrinos que quieran ir un paso más allá pueden visitar otros lugares igual de relevantes. Los puntos de interés que describimos a continuación, son espacios donde no faltarán unas panorámicas mucho más que impresionantes.
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