Finisterre

Fisterra ©Panoramio Autocaravanas

En los últimos años Finisterre ha adaptado casi su ritmo veraniego al trasiego de los peregrinos por lo que a lo largo y ancho de la villa los caminantes encontrarán diversos bares donde desayunar desde primera hora, como, por ejemplo, el asador San Roque, situado a la entrada de la localidad, en el que poder tomar un completo almuerzo por 3,50 euros. Ya en el centro, el bar Canario abre todos los días desde las 06.00 horas. A la hora de la comida, hay dos restaurantes que se llevan la fama. Por una parte, el conocido Tira do Cordel, situado al principio de la playa de Langosteira, y cuyo nombre casi es sinónimo de lubinas a la parrilla. En este caso el menú del peregrino se eleva hasta los 20 euros.

Casa Velay, de gran tradición entre los peregrinos, destaca por su arroz con lubrigante y por la cazuela de rape. Los caminantes cuentan, además, con un amplio abanico de bares, taperías y restaurantes en el muelle de Finisterre. Muchos de ellos, con terrazas, tienen un completo menú del día por 10 euros. En el puerto uno de los más demandados por los turistas es el bar O Pirata, de recomendable marisco a buen precio. En cualquier caso los peregrinos no se deben ir de Finisterre sin probar los longueirones, el producto típico de la población, abundante y de excelente calidad.

Ya por la noche se aconseja a los peregrinos acercarse hasta el bar A Galería, uno de los más vivos de Finisterre y uno de esos establecimientos que hacen parroquia. Ubicado en la calle Real, y con inmejorables vistas al puerto, en él podrán degustar una tapa o una caña o probar la queimada gallega. Sus abarrotadas paredes, llenas de fotos, dibujos y todo tipo de recuerdos, hablan de la relación estrecha del local con los miles de peregrinos que han pasado por allí tras quemar sus ropas.