¿Mi primer Camino?
Hace años, muchos años, me fui al Camino, no sé si al de Santiago, sin saber bien lo que era y mucho menos lo que iba a suponer en mi vida a partir de ese momento, aunque tengo que decir que aún me faltaban casi dos años para saberlo de verdad, lo que sí sé es que fui dirección al oeste.
Pasado ese tiempo, estando en el servicio militar, era el año 71, año santo, alguien me enseñó con pocas palabras lo que significaba el Camino de Santiago, y tan bien me lo explicó, que nunca dejé de intentar saber más y más hasta el día de hoy, además de recorrerlo de muchas maneras y por muchos lugares.
Otro recuerdo de aquella época militar, fue la gran cantidad de peregrinos que venían en tren o en autobús pagados por el Dictador Franco para visitar Santiago y que hacían un alto en Ourense y les daban de comer en el cuartel donde yo hacía el servicio militar. Muchas veces me tocó servirles la comida y hacer de recluta de recuerdo para sus fotos. Hoy les llamaríamos “Turigrinos”, ósea, que lo de ahora no es nuevo, ya hace 50 años los había.
Pero voy al principio de lo que una Semana Santa me llevó al Camino de Santiago.
Un día me puse a pensar y en compañía de un amigo, al que convencí, nos aventuramos a salir una Semana Santa para llegar, esto no lo tenía seguro, a Santiago desde Ourense. Yo, aunque joven, era previsor, a medias, y me hice un mapa a mi manera donde escogí la ruta que me parecía más adecuada. Un mapa y una línea, lo demás fue añadido.
Nos pusimos unas mochilas, siento no recordar ni como eran, puede que fueran unos morrales, con nuestros pertrechos al hombro, bastante peso, incluida una tienda de campaña. Recuerdo que era de lona azul con suelo negro o gris muy oscuro. Nos repartimos las cargas y empezamos a caminar siguiendo el mapa ideado por mí y dibujado en un papel con nombres y las posibles distancias. Daría no sé qué por tener ese mapa, sería un verdadero tesoro para mí.
La falta de previsiones, conocimientos y el exceso de juventud, nos llevó al fracaso, a pasar frío y decidirnos por abandonar la aventura a los pocos días, tres en concreto.
Pero los recuerdos los volví a vivir muy intensamente al encontrar estas fotografías. Recuerdo el cansancio, casi el hambre a veces, pero, sobre todo, el frío por las noches dentro de la tienda de campaña. Incluso el miedo de una noche al presentir lobos cerca. Hoy lo pienso y seguro que eran algunos perros, pero no salimos de la tienda a comprobarlo. Incluso la luz de la luna nos jugó una mala pasada cuando la sombra de una rama se movía por encima de la tienda y despertamos creyendo de que alguien con un palo iba golpearnos la tienda de campaña con nosotros dentro.
En una foto estoy con una sartén al fuego y volví a vivir ese momento con toda la intensidad. Las otras fotos que conservo son para mí también un tesoro que en este momento me hacen muy feliz. No es necesario grandes cosas para serlo, esta es la grandeza que me enseñó el Camino de Santiago tiempo después y que me ayudó a ser mejor persona en la vida.
Habíamos parado en un monte, al lado de un pueblo, y en ese pueblo nada se podía comprar, pues bien, nos regalaron huevos en una casa y nos prestaron la sartén, además de darnos sal. Todos podéis imaginar el resultado. Me veo en ese momento de nuevo, hay recuerdos que por mucho tiempo que pase vuelve nítido a los sentidos.
Siempre fui amante de la fotografía, de hacerlas, sin embargo, nunca me gustó que me las hicieran, hoy me arrepiento de no tener más fotos de aquellos tres días de aventura que volvió a mi mente al encontrarme con estas pocas fotos de hace 50 años que en la próxima Semana Santa serán 51.
¡¡Feliz Camino a todos!!
Hace años, muchos años, me fui al Camino, no sé si al de Santiago, sin saber bien lo que era y mucho menos lo que iba a suponer en mi vida a partir de ese momento, aunque tengo que decir que aún me faltaban casi dos años para saberlo de verdad, lo que sí sé es que fui dirección al oeste.
Pasado ese tiempo, estando en el servicio militar, era el año 71, año santo, alguien me enseñó con pocas palabras lo que significaba el Camino de Santiago, y tan bien me lo explicó, que nunca dejé de intentar saber más y más hasta el día de hoy, además de recorrerlo de muchas maneras y por muchos lugares.
Otro recuerdo de aquella época militar, fue la gran cantidad de peregrinos que venían en tren o en autobús pagados por el Dictador Franco para visitar Santiago y que hacían un alto en Ourense y les daban de comer en el cuartel donde yo hacía el servicio militar. Muchas veces me tocó servirles la comida y hacer de recluta de recuerdo para sus fotos. Hoy les llamaríamos “Turigrinos”, ósea, que lo de ahora no es nuevo, ya hace 50 años los había.
Pero voy al principio de lo que una Semana Santa me llevó al Camino de Santiago.
Un día me puse a pensar y en compañía de un amigo, al que convencí, nos aventuramos a salir una Semana Santa para llegar, esto no lo tenía seguro, a Santiago desde Ourense. Yo, aunque joven, era previsor, a medias, y me hice un mapa a mi manera donde escogí la ruta que me parecía más adecuada. Un mapa y una línea, lo demás fue añadido.
Nos pusimos unas mochilas, siento no recordar ni como eran, puede que fueran unos morrales, con nuestros pertrechos al hombro, bastante peso, incluida una tienda de campaña. Recuerdo que era de lona azul con suelo negro o gris muy oscuro. Nos repartimos las cargas y empezamos a caminar siguiendo el mapa ideado por mí y dibujado en un papel con nombres y las posibles distancias. Daría no sé qué por tener ese mapa, sería un verdadero tesoro para mí.
La falta de previsiones, conocimientos y el exceso de juventud, nos llevó al fracaso, a pasar frío y decidirnos por abandonar la aventura a los pocos días, tres en concreto.
Pero los recuerdos los volví a vivir muy intensamente al encontrar estas fotografías. Recuerdo el cansancio, casi el hambre a veces, pero, sobre todo, el frío por las noches dentro de la tienda de campaña. Incluso el miedo de una noche al presentir lobos cerca. Hoy lo pienso y seguro que eran algunos perros, pero no salimos de la tienda a comprobarlo. Incluso la luz de la luna nos jugó una mala pasada cuando la sombra de una rama se movía por encima de la tienda y despertamos creyendo de que alguien con un palo iba golpearnos la tienda de campaña con nosotros dentro.
En una foto estoy con una sartén al fuego y volví a vivir ese momento con toda la intensidad. Las otras fotos que conservo son para mí también un tesoro que en este momento me hacen muy feliz. No es necesario grandes cosas para serlo, esta es la grandeza que me enseñó el Camino de Santiago tiempo después y que me ayudó a ser mejor persona en la vida.
Habíamos parado en un monte, al lado de un pueblo, y en ese pueblo nada se podía comprar, pues bien, nos regalaron huevos en una casa y nos prestaron la sartén, además de darnos sal. Todos podéis imaginar el resultado. Me veo en ese momento de nuevo, hay recuerdos que por mucho tiempo que pase vuelve nítido a los sentidos.
Siempre fui amante de la fotografía, de hacerlas, sin embargo, nunca me gustó que me las hicieran, hoy me arrepiento de no tener más fotos de aquellos tres días de aventura que volvió a mi mente al encontrarme con estas pocas fotos de hace 50 años que en la próxima Semana Santa serán 51.
¡¡Feliz Camino a todos!!
