A Rúa

A Rúa ©Panoramio /Angel Mariño

A Rúa es un enclave que aún guarda, con sus casas de piedra, el encanto de antaño. A la belleza del rincón se unen dos singularidades históricas. La primera tiene que ver con su nombre – A Rúa-, derivada de la composición lineal de su calle principal, algo que contrasta con la disposición radial de las poblaciones rurales gallegas.

El otro nombre que también se le dio al lugar, el de Dos Casas, también hace referencia a esta calle. En una de sus aceras se situaba antaño el pazo de una familia hidalga -los caminantes aún podrán observar en su itinerario el escudo- mientras que en la de enfrente, las tres residencias contiguas de sus caseros. Tras pasar por delante de la oficina de turismo del lugar (en Pedrouzo, siguiente pueblo y fin de etapa, no hay) a los caminantes les puede llamar la atención un solar vacío situado a mano izquierda.

Las leyendas de la zona cuentan que en dicho lugar se levantaba hasta el siglo XIX una iglesia pero que tras quedar profanada fue destruida. A tal desenlace se llegó después de que el hijo de una familia pobre, que fue enviado a quintas en sustitución del hijo de una familia noble, juró a su vuelta vengar la muerte de su madre, quien falleció de pena tras ver cómo su hijo partía a la batalla.

Al regresar de la contienda el joven se acercó hasta la iglesia ya que el cura había sido quien había aprobado el cambio del soldado y, sin bajarse de su caballo, le pegó un tiró, falleciendo el sacerdote allí mismo. Tras ese terrible suceso, la iglesia quedó abandonada y desapareció.