Camino de Santiago a Finisterre y Muxía

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Único trazado con origen en Santiago y meta en el cabo Finisterre, punto más occidental de Europa, o el Santuario da Virxe da Barca en la localidad de Muxía

Peregrinos en Fisterra / Fotografía de José Manuel Casal

Peregrinos en Fisterra / Fotografía de José Manuel Casal

Todo lo que tienes que saber sobre el Camino de Santiago a Finisterre y Muxía

El Camino de Santiago a Finisterre y Muxía es la única ruta con origen en Santiago. Su meta es Finisterre o Muxía, dos lugares de gran simbolismo y vinculaciones jacobeas donde antaño se situaba el fin del mundo conocido. En la actualidad es uno de los trazados que gana más peregrinos y ritos. El Camino Santiago no siempre termina en la Catedral de Santiago. Desde la Edad Media fueron muchos los peregrinos –algunos ilustres, como el erudito clérigo boloñés Doménico Laffi- que, alcanzada la meta apostólica, decidieron continuar travesía hacia el lugar que simbolizaba, hasta el fin del Medievo, el último reducto de la tierra conocida, la punta más occidental de la Europa continental, el tramo final de ese itinerario mítico-simbólico que seguía el rastro marcado por la Vía Láctea y que tenía en el actual Finisterre (antiguo Finis Terrae) su rincón más extremo.

Peregrinación al fin del mundo

Muchos caminantes sumaban a esta atracción por el fin del mundo la seducción y/o devoción de peregrinar a aquellos lugares donde la tradición situaba prédicas del Apóstol y, la leyenda, alguno de los milagros vinculados a la traslatio jacobea. Ya desde época romana el cabo de Finisterre, un paraje cargado de todo tipo de creencias, relacionadas en muchos casos con el «milagro» del sol. Por algo se ubicaba en esta costa, según la tradición, el legendario Ara Solis, altar de adoración al sol ligado a ancestrales ritos de fecundidad y a donde llegaban cada tarde las legiones romanas para ver apagarse al astro rey en el mar.

La leyenda apunta que fue el Apóstol quien destruyó ese sitio de culto pagano para levantar en su lugar la ermita de San Guillermo, ahora desaparecida. Otra vinculación jacobea de Finisterre se incorpora al célebre Códice Calixtino, la primera guía de peregrinación hacia Santiago, que, en su Libro III recuerda cómo los discípulos del Apóstol viajaron a la ciudad de Dugium -en la actualidad, sumergida- para solicitar una autorización de un gobernador romano con la que poder enterrar los restos de su maestro en la actual Santiago. El legado, receloso, les encarcela. Sin embargo, según reza la tradición, ellos lograron huir.

Pero no solo Finisterre guardaba significaciones jacobeas. Muxía, con su majestuoso Santuario da Barca, auténtico monumento de piedra abierto al mar, se convertía también en otro hito final de este recorrido. En la Edad Media se extendió la creencia de que la Virgen María había acudido al lugar en una barca de piedra para dar ánimos al Apóstol Santiago en su predicación por el noroeste de la Península.

El Camino de Santiago a Finisterre y Muxía, éxito de peregrinación desde el siglo XIII

A pesar de que la prolongación cristiana desde Santiago de Compostela a estos dos importantes focos de espiritualidad arranca poco después del descubrimiento del Apóstol, es a partir del siglo XIII, cuando, sobre todo Finisterre, se convierte en meca de peregrinación, en una travesía, en algunos casos, penitencial. Y es que entonces los tribunales europeos comenzaron a imponer como penitencia a ciertos reos viajar a lugares santos o remotos en condiciones precarias para saldar sus deudas. San Andrés de Teixido, también en la provincia de A Coruña, o Finisterre, son dos de esos destinos. Pero más allá de esta particularidad, el apogeo jacobeo se extiende, como en el resto de las rutas, hasta mediados del siglo XVI, cuando comienza su lento declinar.

Es ahora, en pleno siglo XXI, cuando el Camino de Santiago a Finisterre y Muxía recupera progresivamente caminantes y se convierte, sobre todo en verano, en una de las más reclamadas. En el 2013 esta vía alcanzó sus máximos históricos, en una tendencia al alza difícil de predecir incluso para los más optimistas. Los reclamos son diversos. Hay muchos caminantes que deciden proseguir camino atraídos por la circunstancia de terminar travesía en el mar y por el apetito de conocer la Costa da Morte, una de las franjas costeras más majestuosas de la Península Ibérica, con tiempo impestuoso y mar bravío, y en la que se alternan grandes y tranquilos arenales con abruptas formaciones rocosas.

El nombre de este litoral se vincula a su peligrosidad. Y es que en esta zona han naufragado a lo largo de la historia un sinfín de barcos. Como otros valedores del itinerario se hallan lo legendario del destino, la belleza del recorrido –uno de los más excelsos en territorio gallego, tanto a nivel natural como patrimonial, con bellísimos ejemplos de arte románica-, o las diversas tradiciones aún conservadas.

De Santiago a Finisterre o Muxía; itinerario hacia la costa

El trazado hacia esta abrupta costa se caracteriza por sus escasas etapas pero, también, por la longitud de cada una de ellas. Desde Santiago a Finisterre se enlaza, a través de pequeñas aldeas rurales, con Ponte Maceira, aldea de indudable encanto con puente medieval y molinos, y, de forma casi inmediata, con la noble villa de Negreira. Desde este punto se continúa, entre hermosas robledas y parajes naturales de bella factura, hasta Olveiroa, un pequeño enclave restaurado para el propio disfrute del peregrino. Es a partir de Hospital, población cuyo nombre se deriva del refugio para peregrinos que albergaba en el Medievo (y en cuyas cercanías se escondía el Vaker o monstruo de Hospital que, según la leyenda, raptaba y devoraba a los peregrinos), cuando la travesía se bifurca en su aproximación hacia la costa.

De frente se sigue hacia Muxía, por un itinerario que permitirá conocer multitud de pueblos de arquitectura popular y numerosos hórreos, en alguno de los cuales los caminantes incluso podrán dormir. Hacia la izquierda la ruta a Santiago se encamina hacia Finisterre, en un solitario recorrido con descenso abrupto hacia el mar, que posibilita el avance del caminante mientras disfruta de la brisa marina en el rostro y conoce magníficas localidades intermedias, como Corcubión.

La meta no se sitúa en Muxía o en Finisterre sino en el propio Santuario de A Barca -desde diciembre del 2013 asolado por un incendio- y en el cabo de Finisterre, conocido por su emblemático faro, donde pocos caminantes se resisten a la costumbre de contemplar la hermosa puesta de sol o a la de quemar el calzado utilizado durante el largo caminar. El itinerario también permite, en una quinta etapa, visitar ambos destinos, a partir de una jornada de gran belleza que enlaza sendas localidades y sirve como idóneo colofón. Está indicada en ambos sentidos.

La peregrinación de Santiago a Finisterre y Muxía hoy en día

La cada vez más numerosa red de albergues y los diversos puntos de información al peregrino ayudan a consolidar esta ruta milenaria en el Camino de Santiago. En su contra juegan, eso sí, los largos tramos sin servicios de restauración –algo que favorece, en cualquier caso, su autenticidad- y la extensión de ciertas etapas, que ponen a prueba la fuerza del caminante. En los últimos años también hay quien opta por hacerlo en sentido inverso, con origen en la costa y final en Santiago. O quien no duda en proseguir hasta Finisterre y regresar de nuevo a pie hasta Compostela. Además, existe una ruta de senderimos que cada vez logra más auge, el Camiño dos Faros, que parte de Malpica de Bergantiños y concluye en Finisterre. La variedad de posibilidades aumenta, y la de destinos, también.

Buen Camino.

Etapas (5)
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