Ribeira

Ribeira ©Panoramio / Joaquín Vilas

Desde tranquilas calas escondidas entre los pueblos desperdigados a lo largo de la costa, pasando por la playa urbana de Coroso, hasta la imponente y salvaje O Vilar, existe un gran número de arenales en las que disfrutar del buen tiempo. Declarado parque natural, Corrubedo es el gran tesoro de los arenales gallegos. Este espacio está dominado por la imponente figura de sus dunas, que limitan con un cerco costero de playa cerrado en sus extremos por acantilados rocosos.

Hacia el interior se extiende el complejo dunar y las lagunas (la de Carregal y la de Vixán) y marismas que antiguamente formaban una bahía, posteriormente robada al mar. Entre las múltiples curiosidades del parque figuran las llamadas Pedras da Lagoa, unas rocas situadas en la marisma de Carregal sobre las que, según la leyenda, dejó sus huellas el mismísimo Santiago Apóstol.

Para llegar: Seguir la AC-550 hasta la rotonda. Tomar la tercera salida hacia la CP-7304 hasta la intersección con la AC-303. Menos de diez kilómetros. Sobre diez minutos. La cima de A Curota es un lugar de obligada visita para aquellos que deseen disfrutar de una panorámica única presidida por la belleza incomparable de la ría de Arousa.

El monte esconde en sus laderas secretos que se revelan en forma de caballos salvajes correteando entre los pinos y pintorescos parajes presididos por pedregosos cauces fluviales. Se puede acceder en coche hasta la cima. Vale la pena. Escoger un día claro. Para llegar, salir de Ribeira en dirección al Hospital do Barbanza a través de la AC-550.

Al pasar el complejo sanitario, tomar la AC-302 durante un par de kilómetros para desviarse a la izquierda en la CP-6705. Doce kilómetros. Entre 15 y 20 minutos, hasta la cima. Palmeira es una pequeña localidad marinera. En los últimos años sufrió algunas transformaciones por el considerable aumento de población, sobre todo en el periodo estival. Sin embargo, aún conserva el encanto y la tranquilidad propias de un pequeño puerto pesquero.

Sus laberínticas calles, su iglesia -atalaya que preside el núcleo desde lo alto- o los distintos bares del puerto de Insuela, que permiten disfrutar de unos exquisitos mejillones mientras se observa el mar, son algunos de los atributos de este rincón de la ría de Arousa. Al igual que en muchos otras poblaciones gallegas sus vecinos emigraron hace años a América y aún residen allí. Por ello un monumento al Emigrante preside su puerto.

Ribeira ©Panoramio / Joaquín Vilas

Sus tres arenales -la Corna (compartida con A Pobra do Caramiñal), Río Azor y Coroso (compartida con Ribeira)- son su principal reclamo. Para llegar, seguir la PO-550. Un par de kilómetros, entre cinco y diez minutos, en función del tráfico.   Aunque parezca una broma, la isla de Sálvora fue propiedad privada hasta el 2007, año en el que el Estado pagó 8,5 millones de euros a su antiguo dueño, el marqués de Revilla. Junto a Cíes, Ons y Cortegada, Sálvora forma parte de Parque Natural das Illas Atlánticas.

Escenario de multitud de naufragios y leyendas, en esta isla se constituyó la primera industria de salazón de la ría de Arousa, edificación que acabó convertida en un pazo tras una curiosa reforma. Solo se puede acceder en barco mediante visitas organizadas. Hay dos compañías que operan en esta ruta: Mar de Aguiño y Caminando por el mar.  

El diminuto islote Areoso es, sobre todo en verano, una pequeña porción de Caribe en plena ría de Arousa. Sus playas de arena fina y aguas cristalinas, su belleza, su complejo dunar, sus importantes vestigios del pasado megalítico gallego y el atractivo de su difícil acceso y habitual soledad (a pesar de que en los últimos años la presión humana se haya descontrolado en época estival) lo convierten en un auténtico paraíso natural. Varias empresas, como Mar de Aguiño o Palmira Scuba, ofrecen a los turistas la posibilidad de llegar en barco desde Aguiño o Ribeira a este atolón, auténtico edén insular.