Villafranca del Bierzo

Villafranca monumental, residencia de señores y punto de paso de peregrinos

La leyenda relaciona la fundación de Villafranca con pastores asturianos que, en busca de fértiles valles, se encomendaron a una vaca blanca que vino a parar a estas tierras. En la zona se han encontrado pegadas de la Edad del Bronce, pero el nacimiento de Villafranca del Bierzo se asocia con el Camino de Santiago. Villafranca, antiguamente conocida como Burbia, surge para asistir a los peregrinos. Los monjes de Cluny se asientan en 1070 para atender a los romeros en su camino a Santiago. Estos trajeron consigo la vid,  que creció y crece en la zona con tanto éxito. Alrededor del monasterio se levantaron diversos hospitales.

De forma paralela a estas instituciones se fue formando en las inmediaciones  un burgo de comerciantes en el que los francos eran mayoría,  de ahí, «villa francorum». A finales del siglo XII el obispo de Astorga logra la luz verde para la fundación de una iglesia en la que los peregrinos enfermos que llegasen a este punto pudiesen ganar el jubileo sin la necesidad de llegar a Santiago. Villafranca vive su época de esplendor y de mayor crecimiento durante  los siglos XIV y XV. En un tiempo no muy lejano Villafranca pertenecía a Galicia.

Algunos sectores nacionalistas, tanto gallegos como bercianos, continúan reivindicando la anexión. Entre 1822 y 1833 fue capital administrativa de la comarca del Bierzo, aunque fue cediendo terreno ante Ponferrada y Astorga. En la actualidad, además de conservar la esencia de su nacimiento, al ser una importante localidad caminera, Villafranca es visitada por multitud de turistas que acuden a probar sus excelentes caldos y productos de la hortofrutícolas.

Corría el año 1670 cuando el viajero italiano Domenico Laffi escribió en su cuaderno: Enclave precioso en una hondonada de cuatro montañas altísimas; en él confluyen dos grandes ríos y es el último pueblo del reino de León, si bien mejor se llamaría ciudad por ser muy grande. Tiene muchos conventos, tanto de frailes como de monjas, una gran plaza y casas bellísimas".

Este mismo monje, en sus notas, hace referencia a la leyenda de la capa robada, según la cual un mesonero de Villafranca le robó la capa a un peregrino desprotegiéndolo. Éste, a su llegada a Santiago, se la encontró en los hombros del apóstol. El mesonero fue castigado por el obispo de Santiago a pagar una multa de diez maravedíes. Los orígenes de Villafranca están estrechamente ligados al Camino de Santiago y a las necesidades de atender a los peregrinos.

Villafranca del Bierzo ©Panoramio Antonio Alba

De este modo, está comprobado la existencia de diversos hospitales dedicados a tal fin. El Hospital de Santiago, junto a la colegiata, probablemente relacionado con la abadía de Cluny. Contó con botica desde el siglo XV.  La leprosería de San Lázaro, de la que no se conservan restos, aunque varios historiadores la sitúan próxima a la iglesia de Santiago y fuente  de San Lázaro.

Algunos documentos históricos también recogen la existencia de otros edificios dedicados a la atención de peregrinos como el Hospital de la Caridad de Sancti Spiritus, el Hospital de San Juan o el Hospital de San Roque. Fiestas El 14 de septiembre se celebra el Santísimo Cristo de La Esperanza. Conmemora la donación de un indiano originario de Villafranca para costear las obras del Convento de San Nicolás. El mecenas, además de una buena suma de dinero, donó una talla conocida como El Cristo de La Esperanza para que presidiera el retablo mayor, que desde entonces se saca en procesión todos los años por las calles del pueblo. 

La Reina Isabel II formó parte de la cofradía del Santísimo Cristo de La Esperanza. Otras fiestas importantes son Os Maios, característicos en muchos puntos de la geografía gallega, en los que se celebra la llegada de la primavera. Se ruega a los espíritus vegetales que la tierra produzca con salud y abundancia. Los balcones de las viviendas se engalanan y los vecinos salen a la calle a pedir donativo mientras entonan: "Tire castañas señora MAría, tire castañas quas ten na cociña". El 28 de enero es San Tirso, patrón de las enfermedades de los huesos.