A Canda-A Gudiña

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Casa de la Viuda

Casa de la Viuda

Tras partir de Lubián, localidad zamorana con buenas conexiones, y ascender el pronunciado aunque sencillo puerto de A Canda, la Vía de la Plata accede a Galicia a partir de un itinerario excepcional y plácido, en el que se mezcla valle con montaña, bosques con pradería, y que incluye tramos muy diferenciados. En esta primera jornada en territorio gallego los peregrinos vadearán primero un arroyo, a través de una travesía de gran belleza que avanza escoltada por un río, para, acto seguido, salir a cielo abierto y ascender, a través de suaves pendientes y de un terreno de vegetación baja (al que los incendios veraniegos no dan tregua), hasta A Gudiña.

Este núcleo de mucho tránsito, primero de la provincia de Ourense con albergue, es habitual parada y fonda para muchos viajeros, por lo que cuenta con todos los servicios necesarios para pasar la jornada. Los peregrinos se enfrontarán, eso sí, a temperaturas extremas. Si en verano se pueden llegar a superar en esta zona los 35 grados, en invierno el termómetro puede descender a valores negativos.

La jornada (18 kilómetros)

El recorrido gallego de la Vía de la Plata arranca a partir del largo túnel de A Canda, por el cual los peregrinos se despiden de Zamora y de Castilla. Los caminantes continúan entonces por la N-525 y desembocan en un camino que parte hacia la derecha y que les conduce, en descenso, hasta la pequeña aldea de A Canda, primera población gallega de esta ruta jacobea. Esta pequeña aldea rural, de menos de 30 habitantes y perteneciente al ayuntamiento de A Mezquita, está situada a 1.165 metros de altitud.

A su salida, el peregrino inicia itinerario por la OU-0952, asfalto por el que recorre cerca de un kilómetro. A continuación se desvía hacia la izquierda por una pista de tierra que discurre en bajada y que progresa en paralelo a la vía del tren hasta que la cruza por un paso inferior. La vía prosigue en descenso por un sendero de fácil tránsito que convierte en muy placentero este tramo de la ruta. Poco a poco la vía vadea el arroyo das Hortas en un trayecto que hará las delicias de los caminantes con pasarelas sobre el agua y paseos entre robles.

Casi tres kilómetros y medio después del inicio, la ruta alcanza la primera localidad intermedia de la etapa, A Vilavella, aún en el ayuntamiento de A Mezquita, y donde antaño había un albergue en la estación de tren. Esta pequeña población, que cuenta con un bonito lavadero, dispone de dos iglesias situadas en las inmediaciones de la ruta. La parroquial, de estilo barroco (siglo XVIII), dedicada a Santa María da Cabeza, y una segunda más pequeña, conocida como la del Cristo, también de bella factura.

En la pista que une ambas capillas, y como era costumbre, se localiza un peto das ánimas, que data del siglo XIV. Estos monumentos de piedad popular están asociados a la idea del purgatorio. En ellos los fieles depositaban donativos para rogar por las almas. El pueblo cuenta con un Hotel SPA, una antigua posada reconvertida en alojamiento, con restaurante y párking de bicicletas, que puede servir de ayuda a algún peregrino.

Camino sobresaliente

Por un camino empedrado y un sendero formado a partir de losas de granito, que obligará a los caminantes a avanzar de uno en uno, el peregrino afronta, a continuación, otro de los tramos más sobresalientes de la ruta en Galicia. Se cruza el Regueiro (arroyo) da Veiga do Pontón por un puente que sitúa al peregrino en un bello paseo arbolado en leve ascenso. Siguiendo los mojones jacobeos –algunos de los cuales aún conservan el kilometraje, algo poco usual en la Vía de la Plata-, se marchará, acto seguido, por un trayecto más despejado que da paso, a su vez, a un hermoso valle. Por él se avanza a partir de una bucólica pista de tierra escoltada a mano izquierda por el río Pereiro.

En caso de cubrir la senda en octubre el contraste de colores realzará la de por sí hermosa marcha. Cualquier elogio se queda corto. El caminante salva una primera cancela, a partir de la cual el sendero se estrecha, y una segunda, precedida de una fuente con motivos jacobeos, un banco y una cruz. En este punto si se mira hacia atrás se podrá inmortalizar un paraje inigualable. La ruta incluye a continuación varias pasarelas de piedra, que salvan pasos de río, y un terreno que puede hallarse embarrado o, incluso, encharcado. Poco después, y ya sobre un firme más seco, asciende hasta unos postes de alta tensión y se aproxima a la ermita de Nuestra Señora del Loreto –en un entorno con bancos y fuente-, antesala de la siguiente población de la etapa, O Pereiro.

Una pista acerca al peregrino a la OU-311. Se cruza entonces la carretera y se recorre el propio pueblo de O Pereiro de punta a punta. En la rúa do Loreto los caminantes encontrarán una fuente, un lavadero y, a mano derecha, la iglesia de la población. También en ese lado se anuncian dos restaurantes que pueden servir de ayuda a los viajeros hambrientos. El más cercano (a 700 metros) es el Restaurante-Pensión Cazador, con comidas caseras, bocadillos y desayunos desde las 06.30 horas y habitaciones a precios asequibles. En su tienda se podrá comprar pan. A la salida de la población, una pista conduce al peregrino hasta otro bonito sendero de tierra que avanza entre curvas. En pocos metros se sitúa ante el río Abredo, arroyo que habrá que salvar por una hilera de piedras. 

Estación RENFE

Estación RENFE

Ascenso por una ladera granítica

Tras esta pasarela la etapa cambia de perfil durante los próximos tres kilómetros. Se adentra, en suave ascenso, por una ladera granítica con vegetación baja. Durante el verano será en este tramo cuando el sol pueda pasar mayor factura. Esta zona se ha visto, además, afectada en los últimos años por los inclementes incendios forestales que asolan Galicia durante la época estival. Se llega a un alto y se desciende a continuación unos metros hasta un reguero de agua que se salva por otra pasarela de piedra. Aún quedan por afrontar otros metros en suave ascenso, en los que no se pierda de vista el arroyo.

Poco después, la vía desemboca en una carretera local, la OU-0953, que se sigue a mano derecha. Se cruza por lo alto la vía del tren y, acto seguido, se prosigue por una senda de tierra a mano derecha que evita durante 200 metros el asfalto. Se vuelve a la carretera por la que se venía, se cruza el asfalto y se continúa por un camino ancho de tierra, que salva un nuevo cauce por una pasarela bien integrada en el paisaje. Es posible, eso sí, que estos tramos se encuentren embarrados. Tras pasar una señal que indica que a 200 metros a la derecha, cerca de la nacional, se ubica un café, se llega a las primeras casas del alargado pueblo de O Cañizo, perteneciente ya al ayuntamiento de A Gudiña, sin casi servicios para caminantes.

La vía adelanta en su recorrido por este núcleo un lavadero y deja a mano izquierda la iglesia parroquial de Santa María do Cañizo, un templo de estilo barroco cuya construcción data de mediados del siglo XVIII. La ruta se despide del pueblo en ascenso. Un camino de tierra da paso a continuación a un tramo de muy difícil tránsito. Los siguientes 400 metros del camino se encuentran encharcados (máxime, en época de lluvias) por lo que los caminantes deberán avanzar con mucho cuidado por sus márgenes. Entremedias, se deja a mano izquierda una cruz. Salvado este punto la vía regresa al terreno seco y ya se aproxima a la N-525.

A la jornada tan solo le resta la última parte, el acercamiento hasta A Gudiña, población que ya se divisa a mano izquierda. Por el arcén, los peregrinos salvan la autovía A-52 y coronan el Alto de O Cañizo (emplazado a 1.104 metros de altitud). Cien metros a continuación una señal jacobea les indica que crucen hacia el margen derecho y se adentren por un camino de tierra que evita durante unos metros proseguir recorrido por asfalto. Aún así se regresa al mismo a la altura del centro médico del lugar. El mismo método, el de sortear la carretera, se repite a continuación a partir de una pista de cemento que les guía hacia la derecha pero que, de nuevo, más adelante les vuelve a dejar en el asfalto.

De esta forma se llega al centro de A Gudiña, en donde los peregrinos adelantarán a ambos márgenes de la nacional –carretera que atraviesa el pueblo y que coincide con la Avenida del Beato Sebastián de Aparicio- diversos alojamientos y restaurantes y dejarán a mano derecha la estación de autobús (en la actualidad, sin funcionamiento) y ferrocarril. Tras recorrer parte del alargado enclave quienes deseen descansar en el albergue deberán tomar el desvío por la OU-533, en dirección a las localidades de Viana do Bolo y A Rúa. Salvarán por debajo las vías férreas y, acto seguido, girarán a la derecha para encontrar el lugar de descanso. En el punto donde se toma el desvío arranca también la calle mayor de la población con panaderías y diversas tiendas.

En bici

La etapa no es de las más aconsejables para ciclistas. A lo largo del recorrido se suceden pasarelas de piedra que embellecen la ruta pero que pueden resultar peligrosas para los peregrinos que la cubren a dos ruedas. Además, el ascenso granítico que sucede al lugar de Pereiro también solo es posible cubrirlo con bicis de montaña. El tramo al que da paso la población de O Cañizo está muy embarrado por lo que resulta intransitable para los ciclistas. La carretera nacional discurre durante gran parte de la jornada a la derecha por lo que, en época de fuertes lluvias, puede resultar una idónea solución.

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Ubicación
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