Castro de Dozón-Silleda

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Etapa variada, con muchos atractivos y dos peajes. Entre los puntos favorables se hayan los tres robledales que atraviesa el caminante y que le permiten admirar la belleza de esta Galicia verde del interior. Como hándicaps se situarían la bajada anterior al albergue de A Laxe (Bendoiro), donde el peregrino se acerca en demasía al asfalto, y las naves industriales que se bordean en los kilómetros anteriores a la llegada a Silleda.

El viajero atraviesa varios núcleos, algunos con servicios, y con ejemplos de alto valor patrimonial, como ermitas, pazos o cruceiros. Como icono de la etapa destaca Ponte Taboada, el milenario paso testigo de la historia y del secular avance de los peregrinos que cubrían la Vía de la Plata.

El firme de la jornada es, en general y salvo algunos tramos, cómodo y de rápida progresión. El peregrino tiene la posibilidad de partir la etapa y hacer un alto en A Laxe, a 7 kilómetros del final. Esto es lo que suelen hacer aquellos que cubren el trayecto desde Cea en una sola jornada y descansan en esta hospedería de Bendoiro.

La etapa (28 kilómetros)

La jornada arranca en el tranquilo pueblo de Castro de Dozón, en la calle Doctor Martínez Iglesias. Una pista asfaltada desvía al peregrino hacia la derecha y le conduce hasta la iglesia románica de San Salvador, que se bordea por la parte de atrás. Una posterior bifurcación, con un cruceiro en el medio, se tomará a mano izquierda para proseguir durante un buen tramo por este sendero cercano a la carretera nacional.

Finalmente se desemboca en la N-525, aunque se evita por diversos carriles paralelos. Primero por un desvío a mano izquierda y, poco después de coronar el Alto de Santo Domingo (situado a 700 metros de altitud), por otro a mano derecha. En este alto se levantó una capilla dedicada al santo.

A continuación, el peregrino accede de nuevo al asfalto y continúa por él durante otro buen trayecto. Será una pista de tierra en descenso, situada en el arcén izquierdo, la que lo aleje finalmente de la carretera. De esta forma el caminante accede a la pequeña aldea de Puxallos, perteneciente a la parroquia de Santiago de Catasos y al ayuntamiento de Lalín. Después de atravesar su iglesia y una moderna estatua de Santiago peregrino el itinerario prosigue en bajada con amplias vistas al valle del Deza.

Posteriormente se cruza por un puente la autopista AP-53 y se accede a la pequeña aldea de Pontenoufe. Tras el recorrido en descenso por este enclave el peregrino cruza un puente sobre el río Asneiro y, tras una breve subida de 300 metros, abandona el asfalto y se desvía por un sendero de tierra a mano izquierda. Sobre un firme irregular y pedregoso –en ocasiones, embarrado- el caminante avanza más de dos kilómetros por un túnel vegetal, en el que marcha escoltado por bellos y majestuosos robles.

Si el Camino se realiza en otoño el colorido de la jornada merecerá la pena. De esta forma gana 100 metros de altitud, hasta los 580. La senda desemboca en una carretera que se debe tomar hacia la derecha para proseguir rumbo a A Xesta, enclave donde se deja a mano derecha una pequeña ermita, con parque infantil delante, y, metros a continuación, un cruceiro. Se cruza entonces la carretera PO-902 y se continúa de frente, aún por las casas del lugar.

La despedida del núcleo es muy agradecida, a través de una senda de tierra arbolada que desembocará, metros a continuación, en una pista asfaltada. Más adelante, llegados a un cruce, habrá que seguir de frente en dirección Medelos / parroquia de Botos, a través de un trayecto que conduce al caminante hasta un puente asfaltado sobre la línea del tren. Barrio de La Estación de Lalín El sendero prosigue entonces sobre asfalto, sobre un camino de tránsito sencillo que deja al peregrino, casi 1,5 kilómetros después, en el barrio de la Estación de Lalín.

Esta zona dista 5,5 kilómetros del centro urbano de Lalín, localidad considerada como centro geográfico de Galicia y uno de sus principales templos gastronómicos, al ser la “capital” del cocido. Desde este lugar no hay línea de transporte urbano que traslade a los viajeros al centro del núcleo. Por ello, quienes deseen pasar la noche o trasladarse hasta la localidad deberán hacerlo en taxi (el restaurante La Estación, que se menciona a continuación cuenta con servicio de taxi; como otros teléfonos se puede llamar a Taxi Lalín: (+34) 609804355- (+34) 689832325).

En la capital de la comarca del Deza hay varios hoteles, hostales y restaurantes, con precios adaptados para peregrinos. El trayecto desemboca en la PO-534, en la rúa Reguengo. El viajero cruzará esta carretera sin paso de peatones y proseguirá rumbo por la acera de la derecha. Metros a continuación, y antes de llegar a una rotonda que conduce a los peregrinos hasta la propia estación de tren, deberán girar a la derecha para cruzar otra carretera y proseguir de frente, por una pista asfaltada.

Quienes necesiten hacer un descanso y recuperar fuerzas cuentan en la proximidad con bares y restaurantes dotados de servicios para peregrinos. Para localizarlos deberán continuar hasta la rotonda. Hacia la estación de tren hallarán el propio Restaurante La Estación (con servicio de taxi) y, hacia Botos, A Taberna de Vento (sellan credenciales) y el Restaurante A Ponte (con recogida de mochilas).

La vía milenaria se desvía, sin embargo, antes, por la pista asfaltada ya mencionada. Como en un tobogán, primero desciende y salva un regato y a continuación inicia un ascenso que le llevará a adelantar, en la aldea lalinense de Baxán, un lavadero y una fuente sin garantías sanitarias. Un mojón conduce al caminante hacia un paso bajo la línea del AVE. Acto seguido el trazado continúa a mano izquierda, siguiendo los carteles que guían hacia Botos y que se sitúan junto a otro indicativo de la Vía de la Prata.

En subida se alcanza este enclave rural, que cuenta con un bonito cruceiro situado cerca de la iglesia de San Xoán. El Camino prosigue por la pista asfaltada que conduce al caminante en leve ascenso hasta un cruce con una carretera. La vía la atraviesa y prosigue de frente por una senda de tierra y, en ocasiones, de gravilla que guía al viajero hasta Doinsón, pequeño núcleo con bar.

En el enclave merecen una visita la iglesia barroca de Santa Eulalia, de sólida construcción, y el cruceiro de doble cara. Posible parada en el albergue de A Laxe Tras una alargada despedida del núcleo, la vía enlaza de nuevo con una bonita pista forestal, de firme irregular, que salva el río Cabirtas. Tras un inicial descenso y posterior ascenso la vía se sitúa junto a la autopista AP-53, que queda allá en lo bajo. Por un sendero de tierra y gravilla avanza en paralelo a ella.

Este tramo se haya primero protegido por una valla donde los caminantes han ido colocando diversas cruces (una costumbre que se aprecia en todos los Caminos de Santiago) pero, a continuación, se desprende de cualquier tipo de defensa, lo que puede resultar peligroso. La marcha se reanuda en paralelo a la otra carretera que acompaña al peregrino desde Ourense, la N-525.

Cubiertos nuevos metros, el caminante deberá elegir si desea pernoctar en el albergue de A Laxe (parroquia de Bendoiro) o proseguir camino hacia Silleda, a donde restan casi 8 kilómetros. Si prefiera descansar deberá cruzar la N-525 y desviarse hacia la derecha y, acto seguido, hacia la izquierda, para situarse junto a un lavadero y la vanguardista hospedería. En caso de que quiera continuar puede evitarse este desvío (que enlaza posteriormente) y proseguir camino por el margen derecho de la nacional. Más de quinientos metros después accede al lugar de Vilasoa, en donde conecta también el desvío que guió hasta el albergue.

Los peregrinos deberán cruzar la carretera hacia el margen izquierdo para abandonar al asfalto. También, para localizar un bar donde podrán desayunar desde primera hora, comer y sellar la credencial. La marcha se reanuda por una pista de cemento, que bordea varias casas, y que enlaza con otra de tierra, rápida para caminar y cómoda, que sortea un riachuelo.

A continuación prosigue por gravilla, dejando a mano izquierda las vías del tren. La vía prosigue en paralelo (aunque alejada) a la carretera nacional, en un tramo final de tierra desde donde se aprecia, también a mano izquierda, el reconocido Pazo de Bendoiro, que cuenta con spa. De esta forma el peregrino accede a Prado, localidad que cuenta con servicios para caminantes, como bares o tiendas. La entrada se hace por el sendero de cemento por el que ya transitaba pero, tras un mojón, la travesía se desvía hasta N-525, carretera nacional que atraviesa el núcleo.

El caminante encontrará en su deambular por la calle del Aviador Loriga Taboada una farmacia y un ultramarinos, a la altura del cual se deberán volver a desviar a mano izquierda. 

Por el milenario Ponte Taboada

A partir de un camino que sortea la parte trasera de varias casas, y que parece casi particular, la vía se aleja del núcleo por una pista, con tramos de tierra y otros de gravilla, con la que se adelanta un lavadero.

Cerca de 800 metros después se cruza una carretera para continuar de frente por otra pista de fácil tránsito que gira, ya en cemento, primero hacia la derecha y, posteriormente, a la izquierda hacia una carretera local. El peregrino circula en este momento en descenso junto a casas de la aldea de Borralla.

Llega poco después a uno de los tramos más agradecidos de la jornada. El sendero cubre una curva a la derecha sobre un puente. Sin embargo, la vía jacobea sigue hacia la izquierda por un camino sombrío que pasa bajo el viaducto del tren que une Zamora con Santiago y que llega a Ponte Taboada, un paso sobre el río Deza -afluente que da nombre a la comarca- que se ha confirmado como uno de los lugares icónicos de la Vía de la Plata en su tramo gallego.

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Esta milenaria senda de paso, testigo mudo de la historia, une los municipios de Lalín y Silleda. Construida en el 912, fue en abril del 2012 cuando cumplió 1.100 años, un aniversario que quedó grabado en un mojón jacobeo. Una roca próxima da fe de su antigüedad. Sobre ella se grabó esta inscripción: "laboraverunt ista pontem era DCCCL fuit perfecta pridie kalendas aprilis".

El puente, que consta de un solo arco de medio punto, se construyó aprovechando un estrecho paso del río entre rocas, una ventaja que previamente había servido a los habitantes de la zona para salvar el río Deza valiéndose de un puente anterior de madera. Los estudiosos divergen sobre si, después del siglo X, Ponte Taboada fue reformado o directamente reedificado. Lo que sí está claro es que por él desfilaron de forma secular los peregrinos que avanzaban por la Vía de la Plata y por el Camino do Inverno desde las tierras del interior hacia Santiago.

En el lugar se conserva un tramo de la primitiva calzada, agradecido pero de difícil tránsito, al igual que el enlosado que lo sucede. Así, “pisoteando” la historia, y siempre en ascenso, los caminantes alcanzarán A Ponte Taboada, donde se sitúa una casa de turismo rural donde poder alojarse. Enlazarán a continuación pistas de asfalto y de tierra con las que adelantarán casas diseminadas y un lavadero. Más de un kilómetro después, y justo antes de salir a la N-525, podrán girar a mano derecha y parar en una taberna típica, con vinos y tapas y menú del peregrino. Sin embargo, la vía continúa hacia la izquierda, y entronca con la carretera nacional.

El Camino prosigue por el arcén izquierdo pero muchos caminantes no dudan en cruzar el asfalto para acercarse hasta el bello templo parroquial de Santiago de Taboada (siglo XII), donde se venera a Santiago. De ello dan fe un retablo barroco situado en su interior, y que cuenta con una imagen de Santiago a caballo, y el atrio, con un monumento al apóstol. Según la leyenda, el peregrino deberá golpear la cabeza en la puerta principal de la iglesia.

En el entorno se localiza, además, un cruceiro de fuste romboidal y un sarcófago antropoide. Si se vuelve a cruzar la carretera hacia la izquierda se localizará, en el entorno, un área de descanso, con un monumento al peregrino anónimo. En ella los caminantes localizarán asientos y una fuente.

La vía abandona el asfalto en sus inmediaciones, por un camino forestal indicado con flechas en el suelo que en ascenso dejará al caminante en uno de los puntos menos agradecidos de la jornada, al parque empresarial Área 33 de Silleda. Tan solo se bordearán las naves aunque todos aquellos peregrinos que necesiten reponer fuerzas cuentan en las inmediaciones con un restaurante muy anunciado a lo largo de la etapa. Además, y para cualquier necesidad, en este polígono se localiza la base de Protección Civil -(+34) 660663145 / (+34) 660664809-, donde se puede sellar la credencial.

Pero, como se decía, las naves se dejan a mano derecha y el caminante gira a la izquierda y se adentra por una bella senda boscosa, de alineados robles centenarios. Este vergel micológico se conoce como la Carballeira del Pazo de Trasfontao, solar del siglo XVIII al que se llega a continuación. El pazo cuenta con palomar, capilla blasonada y reloj de sol con varias caras orientadas. Tras un rápido deambular entre casas de la época, la vía enlaza con un sendero empedrado que es posible que los caminantes encuentren encharcado y lleno de barro. Este es uno de los tramos de más difícil acceso de la etapa. 

A continuación se aproxima un sendero de gravilla y otro de tierra clara que se precipita en ascenso, en una subida final que ya pesa en las piernas. A la etapa ya solo le queda el último esfuerzo. Los caminantes deberán atravesar una carretera y acercarse a las primeras casas de la localidad.

En bici

Los ciclistas no tendrán, en general, problemas. Eso sí, hallarán dificultades en Ponte Taboada, al conservarse parte de la calzada primitiva, con losas de distinto y gran tamaño, y tras el paso por la aldea de Trasfontao, donde la vía se asemeja frecuentemente a un río de barro. En ambos casos deberán echar pie a tierra.

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