Ponte Ulla-Santiago

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El legendario Pico Sacro. de resonancias jacobeas, es uno de los claros referentes de la última etapa

El legendario Pico Sacro. de resonancias jacobeas, es uno de los claros referentes de la última etapa

Etapa sencilla y agradable que conduce rápidamente a los caminantes hasta la meta a partir de un bello sendero que evita casi en su totalidad la transitada carretera N-525 Ourense-Santiago. Las vías del tren les acompañarán en este último recorrido que avanza en plena naturaleza por pistas forestales y que descubrirá al peregrino sucesivos cruceiros, puentes y ermitas de tradición jacobea. El caminante se aproximará, además, al legendario Pico Sacro, natural atalaya desde la que divisaban antaño por primera vez las torres de la Catedral y en donde tuvo lugar uno de los milagros protagonizado por los discípulos del Apóstol. La ausencia de servicios en plena ruta no supondrá un problema ante la cercanía de la carretera nacional, donde sí abundan. De todas formas se recomienda ir provistos de agua y víveres.

También se aconseja sellar la credencial en el único albergue que se encontrará el caminante, uno de los pocos alojamientos con este servicio. A pesar de no contar con elevados desniveles, la etapa avanza en un continuo tobogán que desciende desde los más de 300 metros hasta los 150 para volver a ascender hasta los 255. Aún así, se cubrirá sin problemas. La entrada a Santiago, una de las más bonitas de las rutas jacobeas, sorprenderá al caminante con alguno de los monumentos de mayor encanto de la capital gallega.

La etapa (18,5 kilómetros)

La última etapa de la Vía de la Plata arranca en Ponte Ulla, a partir de un tramo de asfalto por la N-525, carretera que enlaza Ourense con Santiago. Tras iniciar recorrido en ascenso por el arcén derecho, sobrepasado un peligroso cruce, una señal ya recomienda cruzar y continuar por el izquierdo. Por este margen se suceden dos desvíos, de pequeña longitud, pero que permiten evitar durante varios metros, y a partir de carriles asfaltados, la transitada carretera. Cubiertos de esta forma los primeros 1,5 kilómetros de la jornada, y cuando aún restan 17 para la meta, una doble señal y un mojón remarcan que se debe cruzar de nuevo la N-525 para ya abandonarla e iniciar un prolongado, continuado y bello sendero por pistas forestales. El trazado se precipita en ascenso sobre buen firme. Tras salvar por un túnel la vía del ferrocarril gira a la izquierda a partir de un nuevo repecho, de considerable extensión, que se inicia en gravilla y continúa sobre asfalto. Sobrepasadas varias casas, se prolonga la subida. Cubierto un nuevo giro a la izquierda el firme se convierte entonces en más irregular y pedregoso, en un tramo que se prolonga hasta un cruce con una carretera local. A continuación, y siempre de frente, el peregrino continuará travesía por una rectilínea pista forestal de tierra blanca, en prolongado ascenso, que avanza escoltada en sus primeros metros por diversos castaños. En este kilómetro de recorrido es posible que, tras un periodo de fuertes lluvias, el peregrino deba sortear algún charco.

Cubierto este tramo virará a la izquierda para proseguir camino sobre asfalto y arribar a una de las primeras paradas destacadas de la jornada. El caminante se sitúa en este punto en Outeiro, en la parroquia de San Pedro de Vilanova, lugar presidido por una fuente barroca y la bella capilla del Santiaguiño, ambas del año 1670. La fuente tiene una placa que narra el traslado del cuerpo del Apóstol. En su centro puede verse una representación de Santiago, flanqueado por sus discípulos Teodoro y Atanasio. Según algunos autores estas figuras proceden del antiguo coro románico de la Catedral de Santiago, obra del Maestro Mateo. Unos carteles destacan cómo en su proximidad, aunque no en la ruta jacobea, se ubican dos establecimientos con servicios para caminantes. Se trata del hotel con restaurante Pazo de Galegos, que curiosamente se levanta sobre la que fue casa de Antonio López Ferreiro, canónigo del cabildo compostelano al que se debe en parte el impulso de las peregrinaciones y los años santos -al haber liderado un acontecimiento tan decisivo como las excavaciones en la Catedral en las que se encontraron en el siglo XIX los restos atribuidos al apóstol Santiago y a sus discípulos Teodoro y Anastasio- y el restaurante O Agro.

El peregrino deja la iglesia a mano izquierda y continúa trazado, acercándose a un cartel explicativo de los atractivos de esta zona, en la que abundan molinos, castros y diversos paisajes fluviales, algunos atravesados por el propio camino. Justo detrás se sitúa el único albergue de la etapa, último de la Vía de la Plata antes de la entrada a Santiago. Los peregrinos deberán sellar aquí la credencial al no haber muchos locales donde puedan hacerlo en esta última jornada. Acto seguido la ruta avanza nuevos metros sobre tierra. Tras cruzar una carretera local, prosigue rumbo de frente durante más de tres kilómetros por pistas forestales. En algunos tramos el trazado, en su mayor parte en ascenso, puede resultar pedregoso y, en otros, hallarse embarrado tras un fuerte periodo de lluvias. Avanzado el sendero los viajeros podrán ver hacia la izquierda los verdes prados que se abren en el horizonte de esta zona limítrofe entre los ayuntamientos de Vedra y Boqueixón.

Junto al legendario Pico Sacro

El caminante desemboca entonces en una pista de asfalto que tomará hacia la izquierda. Si se sigue en sentido opuesto, es decir, hacia la derecha, esta carretera conduce al peregrino hasta el Pico Sacro, una legendaria cima de más de 530 metros que preside los paisajes circundantes y desde la que se puede divisar un perímetro de 250 kilómetros, sobre el valle del río Ulla. Es desde este mirador natural, al que no lleva en la actualidad el trazado jacobeo, desde donde se pueden ver por primera vez las ansiadas torres de la Catedral compostelana. El lugar (antiguo Monte Ilicino) se haya, además, muy vinculado a las leyendas jacobeas. Según la tradición más extendida, fue en las laderas del Pico Sacro donde tuvo lugar el segundo milagro protagonizado por los discípulos del Apóstol, Teodoro y Atanasio, y la Reina Lupa, que en aquellos tiempos dominaba estas tierras. A pesar de haberles empujado a una anterior emboscada, los seguidores del Apóstol -que habían trasladado en barca hasta Galicia sus restos- habrían acudido de nuevo a la reina para insistirle en la necesidad de poder enterrarlos tierra adentro. La soberana, por entonces aún pagana, les pone de nuevo a prueba y les envía al Pico Sacro con el pretexto de que allí podrán localizar unos bueyes que eran de su propiedad con los que podrían tirar del carro que trasladaría los restos del Apóstol hasta la actual Compostela.

La monarca sabía que en realidad los bueyes eran toros bravos. Al llegar a la legendaria cima Teodoro y Atanasio se habrían encontrado con los toros bravos y, además, con un dragón. Ante el peligro, se arrodillaron e hicieron el símbolo de la cruz. Entonces, el dragón estalló en mil pedazos, los toros se amansaron y la Reina Lupa, sorprendida ante el milagro, se convirtió al cristianismo. Los restos del Apóstol fueron trasladados a continuación hasta el monte de Libredón, donde se ubica el actual Santiago, y allí se enterraron. En el Pico Sacro el conocido arzobispo compostelano Xelmírez tenía un castillo en el siglo XII, que fue reconstruido en el siglo XV y destruido en el siglo XVII. En la actualidad, además de la belleza natural, los peregrinos que decidan acercarse al lugar podrán contemplar dos singulares muestras arquitectónicas: la iglesia de San Lourenzo da Granxa, encargada por el obispo Sisnando en torno al año 904, y la iglesia de San Sebastián, reedificada en los siglos XI y XI.

Los peregrinos prosiguen, sin embargo, hacia la izquierda, en un intervalo en descenso que les conducirá hasta las primeras casas de Lestedo, en el ayuntamiento de Boqueixón. Llegados a un stop, desde donde deberán girarse hacia atrás para contemplar una hermosa vista del Pico Sacro, el itinerario jacobeo les conduce de frente, por la Rúa Pico Sacro, y les aproxima a un cruceiro. Los caminantes deberán entonces virar hacia la derecha aunque aquellos que necesiten reponer fuerzas podrán continuar de frente (600 metros) y acercarse al restaurante Vía da Prata, con menú de peregrinos a 5 euros. El lugar dispone de un supermercado abierto hasta las 22.00 horas. Quienes se acerquen, además, al propio núcleo de Lestedo podrán probar en el lugar uno de los bienes más preciados del ayuntamiento y de toda la zona, su conocida y original tarta de queso, “la primera de queso natural en frío”. De sabor ligero, se elabora con queso fresco, nata, huevo, gelatina y azúcar sobre una base de galleta. Se cubre de mermelada.

Por el ayuntamiento de Boqueixón

Tras descender, aún por asfalto, varios metros se deja a la derecha el desvío que lleva hasta una casa de turismo rural, Casa de Casal, y se continúa de frente, por el lugar de Cachosenande, en cuya antigua casa rectoral se localiza el Centro de Interpretación del Pico Sacro. Los caminantes podrán conocer en el lugar todas las leyendas jacobeas vinculadas a esa cima. Sin embargo, para poder visitarlo es necesario llamar previamente al ayuntamiento de Boqueixón. Entre bonitas casas de piedra con parras, que embellecerán el Camino para aquellos peregrinos que lo transiten en septiembre u octubre, se alcanza las aldeas de Ardariz y Rubial. En esta última se localizan dos fuentes sin garantías sanitarias pero con asientos donde descansar. La segunda, ubicada en un entorno degradado, se localiza, además, junto a un bello cruceiro de granito y un muro con una inscripción que hace mención al pasaje jacobeo protagonizado, según la leyenda, por los discípulos del Apóstol y dos toros en el año 44 mientras los primeros trataban de trasladar a la actual Compostela los restos de Santiago.

Tras salir a una carretera y girar a la izquierda se desciende hasta un nuevo stop, en donde se deberá continuar de frente, por una pista que avanza aún sobre buen firme de cemento. Entre curvas y abundante vegetación el caminante cubre terreno y, dos kilómetros después, atraviesa un túnel de la vía del tren. Continúa de nuevo por una pista asfaltada, salva un río por un puente y ya se aproxima a la aldea de Deseiro de Abaixo, de nuevo sin servicios para caminantes. Aún así, en las proximidades se localiza un bar al que podrán acercarse. Para ello deberán continuar camino por una carretera local que accede al lugar de Gándara (aún en el ayuntamiento de Boqueixón) y, en vez de continuar por el trazado jacobeo, que se desvía a la derecha y pica hacia arriba, continuar de frente, por esta pista hasta desembocar 100 metros después en la N-525, en donde se sitúa el Bar Rosende, con desayunos y menú del día. El itinerario oficial se desvía previamente hacia la derecha, a partir de un inicial repecho de asfalto. El viajero atravesará rápidamente esta pequeña aldea, que cuenta en su tramo final con una serrería.

Poco después, dos nuevos carteles indican servicios para peregrinos, no situados en el propio camino aunque sí en sus proximidades. Se trata del inicial O Café do Avó, con comidas caseras, y el café-bar Hermo, desviado a 100 metros hacia la izquierda. Tras seguir de frente y continuar por una pista con una mayor vegetación, el peregrino desemboca en la AC-960, justo enfrente de la carretera que lleva al apeadero del ferrocarril de A Susana. Gira entonces a la izquierda y se acerca a la N-525. En este punto el trazado jacobeo tiene un diseño incomprensible ya que primero insta a los caminantes a cruzar esta transitada carretera general de forma peligrosa, sin paso de peatones, y, poco después, les obliga a salvarla en sentido inverso. Entremedias, además, afrontarán el peor firme de la etapa, muy irregular, pedregoso y, en ocasiones, encharcado. A él se accederá tras sobrepasar unas casas. El segundo paso por la nacional se hará a través de un túnel. Justo antes, los peregrinos dispondrán de una mesa con asientos al aire libre en los que descansar.

La ruta accede al ayuntamiento de Santiago

Cruzada por debajo la nacional el peregrino accede al lugar de Outeiro de Marrozos, en la propia parroquia de Marrozos, ya en el ayuntamiento de Santiago. Salva un arroyo por un puente y, gira a la izquierda, continuando en ascenso por una pista asfaltada, sin sombras, que puede pasar factura en días muy soleados. Tras un desvío a la derecha, bien indicado con un mojón, continúa hacia arriba para girar de nuevo a la izquierda y adentrarse en el lugar de Cañoteira de Marrozos. Será en este punto donde se salvarán por un puente las antiguas vías del tren, un elemento que acompañará a los caminantes a lo largo de este último tramo de la etapa. Vira entonces a la izquierda y afronta un prolongado tobogán con inicial bajada y posterior subida. A continuación elige un nuevo desvío a la izquierda y prosigue por otro repecho de considerable desnivel. Ya en lo alto se empieza a intuir la cercanía a la capital gallega. En la inmediata bajada se divisan, además, amplias vistas de la zona.

Cubierto el descenso la ruta se encamina hacia la derecha para adentrarse en Aldrei, donde el caminante encontrará un cruceiro, un lavadero y una fuente con agua sin garantías sanitarias y con curioso pitorro. El caminante desemboca a continuación en una carretera local. La ausencia de mojones no debe despistar a los peregrinos. La señal que indica que se debe girar a la izquierda está pintada sobre un poste de la luz. De nuevo deberán salvar por debajo la vía del tren y girar a la derecha para dirigirse hasta Vixoi, donde se proseguirá rumbo con las antiguas vías ferroviarias a la derecha. El trazado oficial avanza metros a partir de un descenso de cierto desnivel y con sucesivos giros. De esta forma se alcanza otra de las paradas de la jornada, un bello conjunto formado por la capilla de Santa Lucía, barroca y de planta rectangular, un cruceiro, una fuente sin garantías sanitarias y un puente de piedra sobre el propio río Santa Lucía. Tras este alto, el peregrino podrá continuar trayecto tanto por la ruta marcada con señales como por la que prosigue junto a la iglesia, ya que ambas desembocan en el mismo lugar.

El trazado cubre nuevos metros sobre asfalto por el conocido como Camiño Real do Piñeiro. Un tramo que circula bajo un auténtico tejado de parras es de singular belleza. Llegados a Piñeiro do Eixo los caminantes adelantarán un nuevo cruceiro y diversas casas de piedra. Se cruza a continuación una carretera local y se prosigue de frente (si se sigue a la izquierda encontrarán a 20 metros el café-bar Los Cruces) para afrontar el repecho más duro, por prolongado, de la jornada. A lo largo de cerca de un kilómetro los caminantes ascenderán 75 metros de altura a partir de una pista de tierra con piedras.

En lo alto salvarán por debajo la autopista AP-9 para adentrarse, a través de la calle do Limpadoiro, en Angrois, pequeño lugar de origen medieval que creció durante esos siglos debido a su proximidad a Santiago (tres kilómetros) y a situarse al pie de la ruta jacobea. Por ello durante la Edad Media surgieron en el núcleo diversos talleres de artesanos que cubrían las necesidades de los peregrinos. En esta bonita aldea tuvo lugar el trágico accidente ferroviario del 24 de julio del 2013 en el que perdieron la vida 79 personas.Los peregrinos salvarán las vías del tren por un paso elevado y podrán observar desde el lugar la curva de A Grandeira, donde tuvo lugar el siniestro. Muchos caminantes han levantado en él un altar espontáneo con pertenencias transportadas a lo largo de la ruta.

Se ven por primera vez las torres de la Catedral

Teniendo enfrente la Cidade da Cultura –faraónico proyecto arquitectónico, cultural y de entretenimiento localizado en el monte Gaiás-, el trazado prosigue por el Camiño Real de Angrois, donde su ubica el bar Casa Teré. Se asciende por estas calles, se cruza una carretera donde se sitúa el cruceiro del barrio de Sar, ya en Santiago, y se prosigue rumbo por una empedrada, bella y conservada calzada medieval, un vestigio de la antigua Compostela. En este descenso es cuando los peregrinos observarán por primera vez, a partir de una gran panorámica, las anheladas torres de la Catedral con el Monte Pedroso -pulmón verde de la ciudad- al fondo.

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Un puente románico de tres ojos permite salvar a continuación el propio río Sar, conduciendo, además, al peregrino hacia uno de los monumentos más destacados de Santiago, la Colegiata de Sar, con sus conocida columnas inclinadas. Fundada en el año 1134, se trata del conjunto románico mejor conservado de la capital gallega. Unos contrafuertes levantados en el siglo XVIII ayudaron a evitar el derrumbe de esta iglesia, cuya inclinación se desconoce si se debe a un error en su construcción o a que cedió el terreno, próximo a las augas del río y anegado en muchas ocasiones. En el monasterio anexo se ubica el pequeño Museo de Arte Sacra de la Colegiata –con una colección de piezas arqueológicas-.

En él también se puede contemplar un bello claustro. Tras dejar a mano izquierda una de las tabernas más auténticas de Santiago, A Chantandina, el caminante afrontará la última –aunque dura- subida de la jornada, por la rúa do Castrón Douro. En lo alto deberán cruzar la calle por un cercano paso de peatones y acceder al casco histórico compostelano por la única puerta de la antigua muralla que aún sigue en pie, la Porta de Mazarelos. Llega entonces a la Praza da Universidade desde donde deberá continuar de frente, pasar por delante de la Facultad de Historia (su biblioteca merece una visita) y girar a la izquierda para continuar sendero por la rúa da Calderería y virar de nuevo bruscamente hacia la izquierda para descender por la rúa de Xelmírez. Ya a paso rápido se continuará de frente hasta la Praza de Praterías. A pesar de que en la actualidad la meta se haya en la Praza do Obradoiro los peregrinos medievales de la Vía de la Plata accedían a la Catedral por esta puerta. Queda a la elección de los actuales caminantes escoger qué puerta franquear para acceder al bello templo. Fin de Camino.

En bici

Etapa que se solventará sin problemas a pesar del continuo rompepiernas. Tan solo un tramo que circula entre casas en A Susana puede resultar problemático.

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