Ribeira-Padrón

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Aguiño es un pueblo marinero ubicado en el punto más meridional de la orilla norte de la ría de Arousa, la más rica de Galicia. Su pequeño puerto vivió el bum de la pesca en las últimas décadas del siglo XX. Entonces poblaban la rada decenas de barcos. Ahora la actividad marisquera es la que manda. Y el percebe de la cercana isla de Sálvora, parte del parque nacional Illas Atlánticas, la que sostiene, con el turismo, la economía local. Desde hace años dos pequeñas empresas de esta localidad de Ribeira ofrecen viajes por el mar a residentes y visitantes para descubrir los muchos tesoros que esconden esas costas.

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Entre las rutas ofertadas por Mar de Aguiño y Caminando por el mar destacan las excursiones a islas cercanas como Sálvora. Y las que proponen seguir las huellas del Apóstol  y remontar el río Ulla hasta Pontecesures para hacer la llamada peregrinación por vía marítima. Es un excursión por una ruta legendaria -la que recorrió el cuerpo de Santiago- que puede hacerse en una mañana o en una tarde y dura unas tres horas.

La hora de partida debe concertarse con los patrones y dependerá de las mareas; parte de la excursión se realiza por un cauce fluvial afectado por la pleamar o la bajamar. Si se parte de Aguiño, las primeras vistas son las de Sálvora, un enclave fascinante recuperado para el dominio público en el 2007 y que estuvo habitado hasta la segunda mitad del siglo XX. La visita vale mucho la pena, pero el rumbo del peregrino es otro, le lleva hacia el interior de la ría con la orilla norte, la que recorre la comarca de Barbanza, siempre a la vista a babor. La siguiente localidad que puede divisarse desde el mar es Castiñeiras, otra parroquia marinera con buenas playas de aguas limpias y frías (como casi todas las de la zona), pero sin otros grandes atractivos, situada entre Aguiño y Ribeira, el núcleo urbano más poblado de la comarca de Barbanza, habitado por 30.000 personas y que cuenta con un importante puerto pesquero y una buena oferta de ocio y restauración.

Este Camino también puede comenzar allí. De hecho la credencial que luego puede dar derecho a conseguir un diploma  (no oficial y no reconocido por el arzobispado de Santiago) en Padrón debe sellarse en una oficina de turismo situada muy cerca de la estación de autobuses, en los aledaños del puerto. El siguiente hito paisajístico de este peculiar peregrinaje es la playa semiurbana de Coroso, que se extiende a los pies de las estribaciones de la Serra do Barbanza, un macizo muy cercano al mar que ejerce de espina dorsal de la comarca. Estos montes viejos, redondos y graníticos acompañan al viajero mientras remonta la ría. Su cima más conocida, A Curota, puede admirarse a medida que la lancha se acerca a Palmeira, un coqueto pueblo con encanto marinero reconocible desde el mar por su iglesia.

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Palmeira marca la frontera de Ribeira con el siguiente concello de la ruta, A Pobra do Caramiñal, el núcleo mejor conservado de la zona, un lugar con historia que aumenta notablemente su población en verano y se disputa con Vilanova de Arousa -al otro lado de la ría- el honor de ser el lugar donde nació el escritor Ramón María del Valle-Inclán. El pleito sigue sin zanjar casi ochenta años después de la muerte del escritor de Luces de Bohemia, que salomónicamente decía que había nacido en un barco que hacía la travesía entre ambas orillas del mar de Arousa.

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A estas alturas de ruta el viajero puede comprobar que la ría de Arousa es, por momentos, un mar de bateas. Estas peculiares granjas donde se cría y engorda el mejillón dominan por momentos el paisaje. La lancha transita por el corazón de la ría, deja a babor la ensenada donde se encuentran el núcleo urbano de Boiro y los puertos pesqueros de Escarabote y Cabo de Cruz. A estribor se divisa un lugar fascinante, A Illa de Arousa.

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Unida al continente por un puente, esta isla esconde en su parte sur el parque natural de O Carreirón. En su parte norte, un poco después del faro de Punta Cabalo, junto al puerto de O Xufre, se extiende un pueblo con personalidad propia, buenas playas y unos cuantos establecimientos gastronómicos más que interesantes. Merece una visita. El peregrinaje tras las huellas del Apóstol continúa.

La ría se estrecha

A estribor se perfila el puerto de Vilagarcía de Arousa, la capital de la rica comarca vitivinícola de O Salnés -la tierra del albariño- y la octava ciudad de Galicia. Hay que bordear otra isla, la despoblada, bella y muy verde Cortegada, paraje que acoge el bosque de laurel mejor conservado de toda la Europa Atlántica. Está situada a un paso de la rica costa marisquera de Carril, un pueblo famoso por sus almejas.

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El paso puede efectuarse por la lengua de mar que separa a Cortegada del continente (si la marea lo permite) o por el interior de la ría. Esta opción permite divisar, a mano izquierda, Rianxo, otro pueblo marinero con encanto, el último núcleo de población importante de cualquiera de las dos orillas del mar de Arousa, que en este tramo se funde con el río Ulla. Esta zona, en la que confluyen agua dulce y agua salada, esconde uno de los bancos marisqueros más productivos de Galicia, el de Os lombos do Ulla. La lancha enfila el río. El cauce se estrecha. Hay postes marcando una ruta ahora fluvial. El Ulla ejerce de frontera de las provincias de A Coruña y Pontevedra. La orilla sur baña tierras del concello de Catoira y llama más atención que la norte.

Sorprenden al viajero los cruceiros erigidos sobre islotes, dos barcos y los descomunales pilares del puente del Eixo Atlántico ferroviario que cruza el río de norte a sur. Estos gigantes del siglo XXI dan paso en la ruta al enclave más fascinante del tramo fluvial de la peregrinación: los restos de las torres do Oeste, una fortaleza erigida en la Edad Media para defender a Compostela de las incursiones de los vikingos. Allí, en Catoira, se celebra cada año a principios de agosto una gran fiesta que recrea el desembarco de los temibles hombres del norte. Los drakkars de moderna construcción que sirven para transportar a los falsos invasores están amarrados en el río gran parte del año, y sirven con los restos del castillo de testigos de la historia.

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El Camino continúa plácidamente por el río. Atraviesa parajes poco poblados. Por una ruta bien marcada para los navegantes. El Ulla se divide poco después en dos brazos para rodear la Illa de Bexo, una lengua de tierra y vegetación sin construcciones. Un par de meandros después, el río se vuelve más angosto. Ya no aguardan más sorpresas hasta poco antes de llegar al fin de la ruta cuando por la izquierda aparece el único afluente importante del Ulla en este tramo, el río Sar, que nace en Santiago de Compostela y atraviesa Padrón.

Poco después termina el viaje. Lo hace de forma abrupta en Pontecesures, en un entorno sin ningún tipo de encanto y dominado por la presencia de varias fábricas. Allí, en un pantalán de la orilla norte del río, termina la ruta marítima. Y se debe tomar una decisión: emprender el viaje de regreso, tal vez atravesando otras zonas de la ría; o completar la peregrinación acercándose a pie por el Camino portugués hasta la vecina localidad de Padrón, donde según la leyenda desembarcó el apóstol.

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