El Camino de Santiago puede provocar algunas dificultades si los peregrinos no se anticipan a ellas. ¿Cuáles son las más habituales y cómo se debe proceder ante cada una?
Una de las primeras cosas que empezamos a pensar después de sentir que el día a día se está volviendo monótono y repetitivo, es viajar. El Camino de Santiago es una de las mejores opciones para restablecer la salud física y mental, ya que ofrece la posibilidad de explorar nuevos lugares y conectar con la naturaleza. Además, libera el estrés y alivia la tensión de la rutina diaria haciendo que todos los pensamientos se reinicien y se sanen.
Sin embargo, olvidarse de un artículo, elegir los elementos inadecuados o sufrir varias enfermedades pueden convertir la experiencia en una auténtica pesadilla. Independientemente del punto de partida, las rutas se conforman por un gran número de kilómetros por delante. Los pies y la resistencia son una de las herramientas más poderosas durante el viaje, razón por la que el contenido de la mochila, seleccionar el calzado correcto y conocer cómo se debe actuar ante las distintas situaciones, son algunas de las cosas que los peregrinos deben tener muy en cuenta.
El Camino de Santiago puede provocar algunas dificultades si los peregrinos no se anticipan a ellas. Es por este motivo que a continuación hemos recopilado una serie de enfermedades que las personas que se lancen a caminar por las diversas rutas jacobeas pueden llegar a experimentar. ¿Cuáles son las más habituales y cómo se debe proceder ante cada una?
La deshidratación es una alteración que se da sobre todo en los meses más calurosos del año. Es importante beber agua antes, durante y después de cada una de las etapas, ya que ayuda a regular la temperatura, lubrica las articulaciones y proporciona más energía. Una buena forma de mantenerse bien hidratado es colgar una botella en la mochila para tenerla siempre a mano y beber cada dos horas.
Los golpes de calor también se producen ante todo en la época de verano. Es por ello que los peregrinos que decidan hacer el Camino de Santiago durante los meses más calurosos deben tener especial cuidado con las altas temperaturas y mantener una buena hidratación, proteger la piel con una crema de protección solar, usar ropa ligera y hacer paradas a la sombra.
Como bien decíamos líneas atrás, los pies son uno de los instrumentos más importantes de todo el Camino de Santiago. Senderos difíciles y largas caminatas son algunos de los aspectos que los peregrinos se encuentran por todo el trayecto, razón por la que es fundamental vestirse con un buen calzado. Sin embargo, después de las rutas pueden aparecer rozaduras, ampollas y heridas.
Las picaduras de insectos también están a la orden del día en los trayectos que llevan a Santiago de Compostela. Ya sean mosquitos o cualquier otro insecto, la inflamación puede llegar a ser muy molesta para el portador. La hinchazón debe tratarse, a ser posible, de inmediato para evitar incomodidad futura.
Algunas rutas del Camino de Santiago suben y bajan escarpadas montañas o senderos, por lo que además de tener que estar alerta todo el tiempo de dónde pisan nuestro pies, el esfuerzo excesivo puede traducirse en una lesión muscular. Ya sea por sobrecarga en la mochila, por demasiados kilómetros andados en poco tiempo o un despiste, los músculos y tendones pueden llegar a resentirse.
Las quemaduras solares pueden manifestarse en cualquier época del año. Algunas partes del cuerpo como la cara, los brazos y las piernas quedan expuestas al sol durante las horas de caminata. Esta exhibición puede traer muchos estragos en la salud de la piel, provocando daños que pueden echar por tierra la experiencia.
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