Belorado-Agés

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Peregrinos a su paso hacia Villambistia

Peregrinos a su paso hacia Villambistia

Esta etapa, calificada como de media montaña, se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera, que atraviesa pequeños enclaves con servicios, sirve de toma de contacto y de entrenamiento para el posterior ascenso que se iniciará en Villafranca de Montes de Oca, con rampas duras aunque de escasa longitud. En esta localidad se recomienda a los peregrinos avituallarse ya que se enfrentan a más de 12 kilómetros sin ningún servicio ni casi fuentes de agua potable.

Los antiguamente temidos montes de Oca conducen a los caminantes por pistas de tierra, y a través de una solitaria travesía, hasta San Juan de Ortega, pequeño enclave jacobeo con albergue e iglesia románica. A pesar de que muchos peregrinos finalizan aquí la etapa, el mayor número de servicios con los que cuenta Agés anima a muchos romeros a cubrir los tres kilómetros que restan hasta esa localidad.

La etapa Belorado - Agés(29,5 kilómetros)

La jornada arranca en Belorado (543 kilómetros hasta Santiago), pueblo de clara industria peletera al que los caminantes dicen adiós después de afrontar otro peligroso cruce con la N-120, señalizado pero sin paso de peatones. Tras salvar el río Tirón por un puente de madera, el sendero prosigue paralelo a la carretera nacional, dejando el asfalto a la derecha. Continúa de esta forma hasta llegar a una sede de la Cruz Roja y a una gasolinera desde donde arranca otro sendero, primero asfaltado y después de tierra, que conduce a los peregrinos hasta Tosantos (24,9 kilómetros hasta Agés), la primera localidad de la etapa.

Después de dejar a la derecha unas naves y tras pasar por delante de un merendero con fuente y parrillas, cuya sombra servirá de ayuda en verano, el recorrido ya se adentra en el mencionado enclave. Desde este núcleo, con albergue, bar y fuente, se podrá apreciar sobre un promontorio la ermita de la Virgen de la Peña, excavada en la montaña. Tras abandonar el pueblo, los caminantes deberán seguir por una pista a mano izquierda que les conducirá, en un breve paseo,hasta Villambistia (22,8 kilómetros hasta Agés), segundo alto en el Camino. Allí se alza la iglesia de San Esteban, del siglo XVII.

En el pueblo, que cuenta con un albergue, una leyenda atribuye poderes al agua que mana de la fuente de cuatro caños (de agua no potable). Justo enfrente se halla, en un parque infantil, una fuente de la que sí se puede beber. Según la historia, para recuperar la vitalidad y abandonar el cansancio los caminantes deberán remojar la cabeza en ella.

Llegando a Espinosa del Camino

El itinerario abandona esta aldea, y tras una pequeña subida, llega a otro cruce con la N-120, de cierta peligrosidad ante la escasa visibilidad y su emplazamiento en un cambio de rasante. El Camino discurre entonces por el margen derecho de la calzada entre anuncios de establecimientos hosteleros que ya avisan de la llegada a Espinosa del Camino (20,7 kilómetros hasta Agés), la tercera localidad de la jornada.

En este lugar los peregrinos más madrugadores hallarán locales abiertos para desayunar desde las 7.00 horas, así como una fuente con agua potable.

El recorrido sigue entonces por una pista que salva una pequeña colina hasta llegar a las ruinas del monasterio mozárabe de San Félix, donde la tradición sitúa los restos mortales del conde Diego Rodríguez Porcelos, fundador de Burgos. Tras llegar a un nuevo cruce con la nacional y evitarlo gracias a un estrecho sendero que circula paralelo a la carretera por su margen derecho, el itinerario ya se adentra en Villafranca de Montes de Oca (17,7 kilómetros hasta Agés), uno de los hitos jacobeos de la jornada, donde se recomienda a los peregrinos avituallarse convenientemente, ya que restan más de 12 kilómetros y una continuada subida hasta llegar a San Juan de Ortega, el próximo enclave con servicios.

En un alto antes del ascenso, muchos romeros visitan la iglesia de Santiago el Mayor (finales del siglo XVI), donde se guarda una talla barroca del apóstol y una pila bautismal realizada con una concha natural de grandes dimensiones. Tras dejar el templo a la izquierda (en el que se destaca que en el lugar no se puede acampar), ya arranca la empinada subida, en donde se sitúa el que durante siglos fue hospital de peregrinos de la Reina o de San Antonio Abad. Esta institución, fundada en 1380 por la reina de Castilla Juana Manuel, aún sobrevive pese a las reformas. 

Agés

Agés

Legendarios montes de Oca

Salvado este establecimiento, el recorrido enfila hacia los montes de Oca, unos parajes legendarios, evocadores y muy temidos durante la Edad Media ante la continua presencia de bandoleros que, amparados en los densos bosques circundantes, asaltaban a los peregrinos. El Códice Calixtino se refiere a este paraje como Nemus Oque.

Hoy, en cambio, la soledad y el silencio son los que presiden esta caminata que presenta a los romeros un entorno de gran belleza, situado en el extremo noroccidental del Sistema Ibérico y división natural entre las cuencas del Ebro y del Duero. Dehesas de hayas y extensas masas de roble rebollo, junto a enebros y fresnos, sirven de amparo a multitud de animales, como corzos, jabalíes o gatos monteses.

La subida se inicia a partir de un empinado y estrecho sendero pedregoso que se modera de forma gradual en su avance. Aún así, la exigencia no se rebajará hasta poco más de 1,5 kilómetros después, cuando se alcanza un merendero y un mirador sobre las sierras de San Millán y la Demanda. En el lugar también se sitúa la fuente de Mojapán, de agua no tratada.

Tras seguir la pista forestal y ganar poco a poco altitud, el sendero llega hasta un repetidor y, poco después, a un monumento levantado en homenaje a los caídos en la Guerra Civil. Dos fuertes rampas, una de bajada y una posterior de 100 metros de subida, pondrán a prueba las fuerzas de los caminantes más exigidos. Entremedias, y por un pequeño puente, se salva el cauce del río Carratón. Tras este duro repecho, los peregrinos continúan el ascenso, ahora ya con desniveles moderados, hasta el Alto de la Pedraja (1.150 metros), el punto más elevado de la jornada.

En invierno el frío de la cumbre puede pasar factura a algún caminante. Por el contrario, y en los largos tramos con ausencia de árboles, el sol veraniego también puede convertirse en un claro enemigo. Como otra dificultad de la jornada habrá que destacar la ausencia de indicaciones kilométricas, lo que puede llevar a confusión sobre lo que resta de etapa.

El milagro de la luz

Las pistas de gravilla dan paso a una ancha pista forestal rodeada de bosques de roble y pino de repoblación por la que se llega, en un suave descenso, a San Juan de Ortega (4,5 kilómetros hasta Agés), otro de los enclaves jacobeos de la jornada. Este santo (1080) se convirtió en colaborador de santo Domingo y se entregó durante su vida a la tarea de ayudar a los peregrinos con la construcción de diversas calzadas y puentes. Su principal obra se sitúa, sin embargo, en esta aldea con la construcción de una iglesia dedicada a san Nicolás de Bari (siglo XII) y un pequeño monasterio.

En el enclave los caminantes podrán visitar el sepulcro del santo y contemplar, tan solo dos días al año (en los equinoccios de primavera y otoño) el conocido como milagro de la luz. Un rayo de sol poniente se introduce por un ventanal e incide nítidamente sobre un capitel románico en el que aparece esculpida una bella representación de la Anunciación de la Virgen.

A la salida de San Juan de Ortega, tras un breve tramo por asfalto, se llega a un cruce repleto de señalizaciones en el que destaca una gran cruz de madera. Para llegar a Agés hay que introducirse en un camino de tierra que atraviesa un pinar rico en setas. La recolección de estos hongos está regulada, y solo se permite a aquellos que cuenten con una licencia local. Con la desaparición de los pinos se descubren unas magníficas vistas de los campos burgaleses. No hay pérdida. Ni un solo cruce que pueda llevar a la confusión. Por si acaso, los contados árboles que se encuentran a los pies del Camino lucen una flecha amarilla en su tronco.

El terreno hasta Agés es muy cómodo salvo un pequeño tobogán al final del trayecto, en el que vuelven a hacer acto de presencia las piedras sueltas.

Belorado - Agésen bici

Esta jornada no supondrá un mayor problema para los ciclistas. Tan solo los duros y pedregosos repechos que arrancan tras la iglesia de Villafranca de Montes de Oca y el tobogán de bajada y subida que sucede al homenaje a los caídos en 1936 puede exigirles un esfuerzo mayor. En este duro tramo la óptica desde la bicicleta puede resultar llamativa. Ellos afrontarán a gran velocidad el descenso y se aproximarán al repecho siguiente, mientras los caminantes sufren para coronar el posterior ascenso.

En el suave sendero que sucede al alto de la Pedraja, y tras una época de fuertes lluvias, el terreno embarrado puede complicar la travesía. Con climatología adversa otra opción para solventar los tramos más complicados es continuar el ascenso desde Villafranca por la N-120 hasta alcanzar el entorno de un merendero desde donde un desvío a la derecha llevará a los ciclistas hasta un pequeña ermita y hasta el empalme con la ruta milenaria.

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