Logroño-Nájera

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Fotografía cedida por Turismo de La Rioja

Fotografía cedida por Turismo de La Rioja

Esta sencilla aunque extensa etapa, de desniveles moderados, brindará a los caminantes la recompensa visual de avanzar entre viñedos y anchos valles y recorrer núcleos históricos de claro pasado jacobeo, como Navarrete o la final Nájera. La agradable caminata tan solo hará frente en verano al problema de las altas temperaturas, un termómetro al que se combatirá en alguna de las áreas recreativas que jalonan la andadura, como la inicial del parque de la Grajera.

Los peregrinos no hallarán problema en poder saciar su hambre y sed en alguno de los pueblos por los que transita el camino, así como, también, en pequeños núcleos colindantes con servicios para caminantes.

La etapa Logroño - Nájera(27,5 kilómetros)

Tras recorrer el núcleo monumental de Logroño (614 kilómetros a Santiago), con todas las referencias históricas que avalan la trascendencia de esta capital en la historia jacobea, los peregrinos ya la abandonan por la larga y comercial calle Marqués de Murrieta, de un kilómetro de extensión. Giran entonces a la izquierda por la calle Duques de Nájera para enlazar dos parques consecutivos, el de Laguna y el de San Miguel, donde se ubica una de las muchas esculturas poco ambiciosas que hacen referencia a los caminantes. En esta ocasión, dos peregrinos son los protagonistas de este hito de Óscar Cenzano, situado sobre una rotonda en el año 2005.

Los viajeros dicen adiós a Logroño, y a esta zona de urbanización rampante, por un confortable paseo arbolado de más de dos kilómetros, que se halla provisto de carril bici. Entre sus sombras podrán almorzar en alguna de las mesas del lugar y, en caso de tener algún problema, acudir a un puesto de primeros auxilios. Eso sí, a pesar de que el agua invite a darse un chapuzón, los carteles ya destacan la imposibilidad de bañarse.

En este punto se esconde, además, durante la época estival una de esas personas que, con su carisma y buena atención a los romeros, han logrado «colarse» en varias guías. Se trata de Marcelino, un vecino que ofrece souvenirs y sellos para la credencial jacobea.

Por el alto de la Grajera

El itinerario prosigue entonces por una pista con la que se afronta un repecho de poco más de un kilómetro. Al llegar al alto de la Grajera, desde donde se tiene una gran vista de Logroño, el caminante avanza en paralelo a una valla metálica, que distintos romeros han cubierto con cruces de madera (una tradición extendida a lo largo de toda la ruta jacobea). Se cruza la N-120 y, posteriormente, se prosigue entre vides y por una pista de tierra hacia un paso elevado que salva la autovía A-68. El viajero ya enfila hacia Navarrete aunque, antes, pasará por una de las muchas bodegas del lugar y por las ruinas del hospital de San Juan de Acre, fundado hacia 1185 como albergue y auxilio de peregrinos.

Unas excavaciones arqueológicas realizadas en 1990 permitieron localizar los muros principales del antiguo hospital, que contaba con una gran iglesia con planta de cruz latina y torre cilíndrica con escalera de caracol.

En Navarrete

Tras este descubrimiento, el caminante alcanza ya, después de ascender por unas escalinatas de piedra, Navarrete (15,4 kilómetros a Nájera), pueblo de tradición alfarera y pasado jacobeo en el que encontrarán una diversificada oferta de establecimientos hosteleros, así como tres albergues, dos privados y uno público.

Navarrete

Navarrete

La ruta atraviesa el centro urbano por la calle Mayor Baja, para continuar por la Mayor Alta y Arrabal, desde donde se enlaza de nuevo con la N-120. La carretera se aborda en esta ocasión por su margen izquierdo hasta llegar a un conjunto de cementerio y ermita cuya puerta románica flanqueada por dos ventanas del mismo estilo pertenecía originariamente al hospital para peregrinos de San Juan de Acre.

En uno de sus capiteles se aprecian dos personajes sedentes. Uno alza la copa mientras otro come y sujeta un bordón. Hay quien identifica esta escena con pasajes vitales de los peregrinos mientras que, para otros estudiosos, son pastores quienes protagonizan estas secuencias.

Antes de continuar andadura, muchos romeros se detienen, además, a leer la placa que se halla sobre el conjunto. Con ella se quiso rendir homenaje a todos los caminantes muertos en su periplo hacia Santiago y, de forma especial, a Alice de Crae, fallecida en 1986.

Hacia el alto de San Antón

Tras este alto, el recorrido se separa hacia la izquierda del asfalto y prosigue durante un kilómetro por una pista de tierra y buen firme, idónea para ciclistas, que avanza entre viñedos.

 El camino continúa sobre tramos, en ocasiones, pedregosos, y escoltado a ambos lados por curiosos montículos elaborados con guijarros.

A un ritmo constante, pero sin grandes esfuerzos, se asciende de forma progresiva y moderada al alto de San Antón (670 metros y situado a 7,1 kilómetros de Nájera), un cerro donde el paisaje y la panorámica se abren, lo que permite vislumbrar el arcilloso y extenso valle del Najerilla y atisbar, allá a lo lejos, la aún lejana Nájera.

Roldán y el gigante Ferragut

Tras dejar a la mano izquierda las bodegas de Dinastía Vivanco, el sendero desciende hasta un paso subterráneo que evita la N-120 y continúa por una pista de tierra. El caminante deja a la izquierda la imponente sierra de la Demanda, en la que destaca la cumbre del San Lorenzo (2.271 metros), mientras se aproxima a un repetidor en el que la historia sitúa el Poyo de Roldán (3,1 kilómetros a Nájera).

En este cerro fue donde se dice que tuvo lugar el combate entre el gigante Ferragut y el caballero y sobrino de Carlomagno, cuyas aventuras se convirtieron en un hito en el Camino de Santiago y, los escenarios de las mismas, en visitas obligadas para los peregrinos francos.

En esta ocasión, la leyenda apunta que Ferragut era un gigante musulmán procedente de Siria, cuya principal característica era su fuerza, valor e invulnerabilidad. Tras enterarse Carlomagno de su existencia, acudió con sus tropas al lugar, propiciándose un combate. Tras varios intentos fallidos de los paladines galos, el propio Roldán pidió permiso a su tío para retar al gigante. Fueron dos días sin tregua que, sin embargo, no pudieron dar a ninguno de los contendientes como ganador del duelo. Por ello, al atardecer del segundo día, decidieron darse un descanso para recuperar fuerzas. Durante este alto los contrincantes entablaron una conversación sobre la fe de Roldán y la religión cristiana. En un momento de camadería Ferragut confió a su rival el secreto de su invulnerabilidad, que consistía en que solo podía ser herido en el ombligo. Concluido el descanso, Roldán clavó su daga en esta parte del cuerpo de su enemigo, matándolo y dando por finalizada y ganada la lucha para las armas cristianas. La representación iconográfica de este combate teológico entre dos religiones se puede contemplar en dos capiteles románicos en Navarrete, así como en uno del palacio de los Reyes de Navarra de la localidad de Estella.

Y cruzar el Najerilla

El Camino regresa a la actualidad a través de unos viaductos que enlazan con la autovía y que continúan por un sendero que desemboca en un puente sobre el río Yalde. Se prosigue entonces por una pista durante casi kilómetro y medio hasta que el trazado alcanza el parque recreativo Poema del Camino.

Poco después, los caminantes ya afrontan el último contratiempo de la jornada, un peligroso cruce sobre la N-120 sin paso de peatones. Aunque está señalizado de forma conveniente, se recomienda extremar la precaución.

Nájera

Nájera

A pesar de que en el entorno ya aparecen los carteles que anuncian Nájera, al peregrino aún le resta más de kilómetro y medio para llegar al centro de la localidad y al propio albergue. Aún así, y como motivación, un hospitalario lema adosado a una casa los recibe en este punto y los invita a sentirse como uno más: «Peregrino: en Nájera, najerino».

Tras adelantar un polideportivo y avanzar por las avenidas de Logroño y San Fernando, el romero accede al puente sobre el río Najerilla, del que se dice que es obra de san Juan de Ortega, uno de los grandes benefactores del Camino. Nada más cruzarlo, ya podrá descansar.

Logroño - Nájera en bici

Esta sencilla etapa no presenta mayores dificultades para los ciclistas. Incluso en la salida de Logroño hacia el embalse de la Grajera, un carril bici los invita a proseguir camino. Tan solo algunos tramos de la subida y bajada al alto de San Antón, de sendero pedregoso, puede dificultarles la marcha.

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