Pontedeume-Betanzos

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Peregrinos en la entrada de Pontedeume

Peregrinos en la entrada de Pontedeume

La segunda jornada del itinerario Inglés es una de las más duras del recorrido. El peregrino amanece a orillas del Eume, bajo la vigilia del Torreón de los Andrade, y se adentra en las calles de la villa, vestigio del medievo. Pronto aparecen los repechos rompepiernas que se suceden hasta Betanzos, final de la etapa (71 kilómetros a Santiago). Que no lleve a engaño la brevedad del tramo; los 19 kilómetros que separan ambas localidades discurren por caminos empinados, de no menos pronunciadas bajadas –no por ello exentos de belleza- y, con lluvia, zonas de difícil tránsito por el barro. Y es que las sendas de tierra proliferan en el segundo trecho hacia Compostela, alejándose de la costa, desde Miño a Paderne, hasta alcanzar la capital de una de las siete antiguas provincias del Reino de Galicia: Betanzos.

Inmerso en el antiguo Señorío de los Andrade, el Camino descubre al comienzo, observante desde lo alto de la peña Leboreiro, el Castillo de la noble Casa, testigo de la rebelión burguesa y campesina contra el despótico y cruel Nuno Freire de Andrade O Mao, en las revueltas Irmandiñas del siglo XV acaudilladas por Roi Xordo.

Entre veredas que bien podrían haber conducido a los sublevados a sitiar al noble eumés en su fortaleza, el itinerario llega a los arenales y terrenos llanos de Miño, a mitad de jornada, que ofrecen un descanso a las piernas y punto de avituallamiento.

El caminante avanza luego hacia el municipio de Paderne, marcado igualmente por el linaje de los Andrade, con el oso y el jabalí de piedra como símbolos totémicos de la familia. Entre ríos, arboledas y subidas sublimes, la ruta descubre los primeros viñedos de la región vitivinícola de Betanzos, cuyo núcleo alberga uno de los conjuntos histórico-artísticos más relevantes de Galicia.

La etapa (19 kilómetros)

Tras una primera jornada liviana en el recorrido, la segunda etapa del Camino Inglés comienza en Pontedeume (19 kilómetros a Betanzos / 89 kilómetros a Santiago), en pleno casco histórico. Junto al albergue público, emplazado en el antiguo edificio de piedra de la lonja, hay varios establecimientos hosteleros para desayunar (Churrería El Puente; Bar Pescador; Café Capri o Bar Guillermo) y una panadería. También es zona de bancos y otros servicios como ferretería, supermercados, tienda de deportes o centros de fisioterapia. En cualquier caso, el Camino discurre por el centro de la villa, por lo que el peregrino encontrará a su paso todo tipo de servicios.

Se inicia la marcha por la calle Real. Los soportales de las edificaciones de piedra cobijan al viajero, que se topa al emprender el Camino con la casa natal de Bartolomé Raxoi e Losada, arzobispo de Santiago entre 1751 y 1752. Actualmente el bajo del inmueble alberga un negocio de cestería. Sigue hasta la iglesia parroquial de Santiago, principal templo de la villa desde 1270. La capilla mayor con la sacristía fue mandada construir por el conde Fernando de Andrade en el siglo XVI. En el interior, junto a la talla del Santiago “sentado”, de granito, del siglo XIV, destaca el retablo renacentista, realizado en 1530 y ampliado y dorado en 1564.

El final de la calle Real y la plaza de San Roque dan paso a una subida durísima hasta llegar a un desvío que señaliza “Breamo”. Salvo que se desee visitar la capilla de San Miguel, del siglo XII, hay que seguir recto hasta unos metros antes de la carretera nacional (N-651). Se toma a la derecha por un camino empinado que entronca, otra vez, con el Camino Real, actualmente asfaltado. Allí, el lugar de Cermuzo marca el fin del término municipal de Pontedeume y adentra el Camino en el concello de Miño.

Tras una breve irrupción en la carretera hacia Perbes, se toma a la izquierda por un camino de tierra, de fácil tránsito aun con lluvia. Es el lugar de Buiña. Un par de pequeños puentes de madera sobre la senda y unas zonas de bancos y mesas, con barbacoas, dan reposo a las piernas. El ruido del tráfico es señal de la cercanía de la autopista AP-9. Finaliza ese trecho de tierra en una rotonda junto al campo de golf. Habrá que cruzar a la otra mano, por el paso de peatones, para atravesar las instalaciones golfísticas.

Comienza ya una zona muy embarrada paralela a la autopista, vial que más adelante se cruzará de nuevo por un puente. Otro tramo de gran dificultad sorprende al peregrino, aunque bien señalizado y sin riesgo de desvío del itinerario jacobeo.

Puente medieval de Baxoi

Será necesario poner atención, al enlazar con un vial asfaltado, para observar las flechas amarillas sobre la calzada hasta llegar al lugar de Viadeiro. Se inicia una cuesta abajo que desemboca en la carretera nacional. En ese cruce de caminos el peregrino observará a su izquierda una nave de venta de piscinas y, a la derecha, el bello puente medieval Baxoi, de un solo arco y de piedra, rodeado de un área de descanso fluvial sobre el cauce que le da nombre. Se adentra entonces la senda, paralela al río, de nuevo en el Camino Real. La marisma advierte de la proximidad de la costa. Es un trecho suave, sombreado y sin apenas repechos hasta que se otean los cimientos del puente de la autopista. Una breve, pero pronunciada pendiente lleva al caminante a las puertas de Miño (10 kilómetros a Betanzos / 80 a Santiago). Entra por la rúa Fonte y conduce a la plaza del Mercado, con una fuente y bares. Una señal indica allí la dirección hacia el albergue de peregrinos (a menos de un kilómetro), ubicado al borde de la ribera, entre el pabellón polideportivo y la salida de la autopista. El precio por pernoctar es de 6 euros.

Sería, no obstante, muy poco trecho, según la disposición de las etapas aquí descrita, como para hacer noche en Miño. Así que, determinados a llegar a Betanzos, hay que encaminarse hacia la calle Real. Eso sí, se enfrenta el trajinero a unos kilómetros finales bastante duros. Buena elección sería fijar esta localidad para avituallamiento, ya que dispone de bares, farmacias, tiendas, supermercados y demás servicios.

Fuerzas repuestas, se abandona Miño por la rúa A Barrosa, la principal arteria del municipio. El itinerario discurre junto a un enorme árbol metálico en el centro de la glorieta de salida del núcleo urbano. A continuación se atraviesa la vía del tren por un paso elevado. Al superarlo, ya en un amplio vial asfaltado, habrá que tomar a continuación a la derecha por un camino que conduce a Ponte do Porco, limítrofe con el municipio de Paderne.

Dicen los escritos que el antiguo puente, sobre la desembocadura del Lambre en la playa de la Alameda, fue mandado construir por Fernán Péres de Andrade en el siglo XIV para mejorar las comunicaciones entre Pontedeume y Betanzos. La leyenda habla de que el Ponte do Porco debe su nombre a un valiente servidor, Roxín Roxal, quien dio caza a un jabalí que mató a su amada Teresa, hija de su señor Nuno Freire de Andrade, y su amor imposible. Al enterarse de sus escarceos, su padre la obligó a contraer matrimonio con un noble que, acorralado durante una cacería por el bravo animal en el puente, prefirió salvar su vida antes que la de la joven. El cerdo salvaje apareció muerto, días después, en el mismo lugar, con una daga clavada en la garganta. El arma pertenecía a Roxín Roxal, a quien se la había regalado tiempo atrás su señor. El mesón Alameda y un taller serán los últimos servicios que encuentre el romero en los próximos kilómetros.

Continúa la senda por el margen del río Lambre, a la izquierda del peregrino. Le espera un dura subida hasta llegar a un parque con juegos infantiles (plaza de Montecelo). Un giro a la izquierda lleva la ruta, justo a continuación, a descender todo lo que se había subido, por una pista de grava. Sin dar tregua a las piernas, un nuevo e inclemente ascenso reta al romero. Se alcanza en la subida un lavadero y una fuente. El Camino se interna, con un giro a la izquierda por un paso angosto, entre casas, que lleva a la iglesia de San Pantaleón de As Viñas, templo documentado desde el año 1137. Conserva su apariencia original de estilo románico, con arquivoltas de medio punto sobre dos pares de columnas. A su frente, el pazo de San Pantaleón, levantado en el siglo XVII.

Un trecho de bajada dirige los pasos a una nueva intersección con la carretera nacional 651. Al llegar al cruce se encuentra el bar Navedo, último que topará el peregrino hasta llegar a Betanzos, a unos 6 kilómetros desde allí.

Cuesta de Matacabalos

Avanzados unos metros sobre la calzada, con bastante tráfico, se toma a la izquierda hacia Chantada, en la enésima subida de la etapa, que discurre por la cuesta de Matacabalos. Alcanza la ruta el lugar de Guende (5 kilómetros a Betanzos), donde antiguamente se ubicaba un hospital de peregrinos, al lado de la fuente de O Xiro. Citaba el hospicio el Padre Sarmiento en su viaje a San Andrés de Teixido (Cedeira), en el año 1745, detallando ya en su relato que solo se hallaban los restos del edificio. Referencias anteriores datan de 1595, cuando el obispo visitador general del arzobispado de Santiago se desplaza a la parroquia.

Dirección a Sas, se asciende por el monte, en el lugar de Souto, para abandonar el municipio de Paderne y entrar ya en los dominios de Betanzos. El siguiente núcleo es la aldea de Gas, donde una fuente con una cruz (siglo XIX) guía la senda hasta Tiobre. Poco más de 3 kilómetros, mucho más llevaderos, restan al peregrino para completar la jornada.

Sigue hasta A Rúa. Surgen en el paisaje los primeros viñedos de la región vitivinícola, cuya denominación de origen es Viños da Terra de Betanzos.

Separadas por escasa distancia, se pasa por las ruinas de la capilla de San Paio y la iglesia de San Martiño de Tiobre. La primera fue una capilla muy conocida y venerada en la zona por celebrarse allí una romería, aun actualmente, el 24 de agosto. A tiro de piedra de esta se halla el santuario de Tiobre, en honor a San Martiño y antiguo núcleo religioso de Betanzos. Consagrado por el arzobispo compostelano Diego Xelmirez, en el año 1108, en el templo predominan los motivos de estilo románico. Desde su atrio se divisa ya la villa de Betanzos, a la que se llega después de una pronunciada bajada conocida como Costa do Sabugueiro. En ese trecho hasta la ciudad se pasa por delante del Pazo de Barral, los molinos de A Caraña y el santuario de Nuestra Señora del Camino, o de los Remedios, cuyo trazado se le atribuye al célebre arquitecto Juan de Herrera a finales del siglo XVI. Saqueada en el año 1808 por las tropas napoleónicas, el templo sustituyó originalmente a la antigua ermita y al hospital de peregrinos allí emplazados.

Continuando la bajada, el romero alcanza la Puerta del Puente Viejo, a orillas del Mandeo, que da acceso al núcleo brigantino. Un último esfuerzo callejeando por un subida pronunciada lleva al peregrino al final de la etapa en la plaza de los hermanos García Naveira, centro de la villa, y próxima al albergue público de peregrinos, inaugurado en mayo del 2013.

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