Reportaje

Peregrinos anónimos: ¿Cómo vivía un niño el Camino de Santiago hace casi 30 años?

Charlamos con Jabo, un aventurero que con apenas 6 años ya recorría el Camino de Santiago a comienzos de los 90, un Camino que ha cambiado mucho

Giovanni Mazzo

Giovanni Mazzo

El peregrino más jóven en llegar a Santiago

Esta semana estamos de estreno con una nueva serie de contenidos con los que os queremos acercar las experiencias personales de algunos buenos peregrinos; del antes y el después de lanzarse a hacer el Camino y de decenas de anécdotas que surgen completándolo. El primer valiente peregrino que se anima a contarnos sus recuerdos en la ruta es nada menos que uno de los más jóvenes en recorrerlo allá a principios de los años 90, Jabo, que se apuntó "a la fuerza" con su hermano en un campamento para el que no daba el mínimo de edad.

Han pasado muchos años, casi 30, desde que Jabo se echó con su hermano mayor el macuto (que era más grande que ellos) a la espalda para hacer el Camino de Santiago con un campamento que la hermandad de San Juan de Dios organizaba todos los veranos en Arzúa a principios de los noventa. Allí pasó Jabo con su hermano los meses de julio de hasta tres veranos consecutivos, quincenas que el grupo de chavales y los monitores siempre terminaban haciendo las últimas etapas de un Camino de Santiago que nada tenía que ver con lo que es actualmente. 

Jabo nos cuenta que recuerda especialmente aquellas convicencias porque le tocó ser el más pequeño de todo el campamento, pues aunque la convivencia estaba pensada para niños a partir de 8 o 9 años, su padre se empeñó en "colocarles" tanto a su hermano mayor como a él unos días después de pasar unas semanas todos juntos de vacaciones en familia. Por eso nos cuenta, que cuando el grupo llegó a Santiago, un reportero de un medio gallego (no recuerda cuál) se empeñó en hacerle un reportaje para televisión, vendiéndole como "el peregrino más jóven en hacer el Camino" hasta aquel momento. 

Pero la vida de cualquier pionero no es tan bonita como la pintan, y es que entre las anécdotas que nos cuenta nuestro peregrino, destaca que tanto su hermano como él se apañaron para sobrevivir dos semanas sin ropa interior ni calcetines (tampoco es que los necesitaran, nos cuenta), pues con las prisas entre volver de viaje y tener que irse corriendo al campamento, las mudas limpias se quedaron olvidadas en casa. Así que todo el día en bañador y con zapatillas Victoria de tela sin calcetines Jabo y su hermano llegaron a Santiago, donde nada más recogerles sus padres se apresuraron a llevarles a comprar ropa nueva. "Según cuenta mi madre cuando llegué a casa tenía los pies llenos de ampollas, pero yo iba tan normal, no me acuerdo de nada".

El campamento de los hermanos de San Juan de Dios estaba organizado precisamente por el padre Miguel Pajares (primer fallecido por ébola en España), según nos cuenta este peregrino: "teníamos mucho trato, mi padre se llevaba muy bien con él, porque la hermana de Pajares era su compañera en el hospital y su sobrino era monitor en el campamento. Mi padre nos dio mil pesetas a cada uno, pero se las dejó al padre Pajares para que nos lo administrara por si necesitábamos algo".

25 años después, Jabo sigue apasionado por la aventura

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Un Camino totalmente cambiado casi 30 años después

Jabo nos cuenta que todo lo que rodeaba a la peregrinación durante aquellos años era muy diferente a lo que el Camino es hoy, ya que "había muchos menos peregrinos caminando" y que siempre podías encontrar la hospitalidad de la gente de los pueblos. "Nos movíamos en un grupo de 100 con la intención de dormir en los albergues, pero casi nunca habia sitio. La gente de la calle nos paraba al ver un grupo tan grande, nos daban fruta en incluso unas monjitas nos dieron de comer en Betanzos. En otra ocasión nos ofrecieron dormir en cuadras, pero al final dormimos en un polideportivo. Alguna solución para dormir siempre se encontraba", cuenta entre risas. Los campamentos tampoco eran como hoy en día: "los curas todas las mañanas nos hacian hacer gimnasia y una noche que se portaron mal los mayores, nos castigaron a todos haciendo ejercicios antes de desayunar".

Hablando con él nos damos cuenta rápidamente de que hace bastante que Jabo no vuelve al Camino de Santiago, del que nos cuenta que ahora mismo no le atrae del todo "por la masificación" que encuentra, y "porque se ha perdido el sentido del esfuerzo". Dice que prefiere perderse "unos días por Picos de Europa y estar más en contacto con la naturaleza". "Mucha gente hoy en día hace el Camino alejándose cada vez más de Santiago, por León, por Navarra... porque está muy bien señalizo y no te encuentras ni la mitad de peregrinos".

Jabo termina contándonos el caso de su padre, otro peregrino de la familia, que decidió hace algunos años hacer el Camino solo desde O Cebreiro con una gran motivación detrás. "Justo ese año le habían diagnosticado cáncer a dos amigos de la familia y se fue para allá como promesa. Al terminarlo les fotocopió la compostelana conseguida y se la regaló a cada uno". Nuestro peregrino anónimo también nos confirma lo fácil que es crear lazos de fraternidad en el Camino con otros peregrinos: "nada más coger el autocar desde Madrid dirección a O Cebreiro conoció a otro peregrino, lo caminaron juntos, compartieron albergues, compartieron Camino y fue llegar a Santiago, despedirse y ni siquiera intercambiaron teléfonos". 

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