Astorga-Foncebadón

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Dos peregrinos antes de llegar a Rabanal del Camino y empezar la subida

Dos peregrinos antes de llegar a Rabanal del Camino y empezar la subida

En esta etapa de transición el caminante afrontará dos partes bien diferenciadas. Una primera, de poco más de 20 kilómetros durante los que atravesará, por la llanura paramera y con desniveles casi imperceptibles, diferentes núcleos de la genuina comarca de La Maragatería. Tierra de arrieros y mercaderes, esta zona también cuenta con una arquitectura particular y con una especialidad gastronómica excelsa, su famoso y copioso cocido maragato. 

Sus diferentes núcleos cuentan con servicios de restauración aunque, entre medias, conviene ir provisto de agua y alimentos ante la escasez de fuentes y sombras. Un bello núcleo con todo tipo de oferta y que emerge de repente del Camino es Rabanal del Camino, una alternativa nocturna si el tiempo poco apacible desaconseja afrontar la inmediata subida hasta Foncebadón, de gran dureza climática. Desde Rabanal, el caminante arranca con fuerza el ascenso a los montes de León, barrera natural entre la comarca maragata y El Bierzo.

En este tramo se ascenderán de golpe 280 metros de altitud, hasta los 1.430, una subida que, sin embargo, no será demasiado exigente para el caminante. En el primer tramo de la etapa los romeros podrán optar por una pequeña variante que parte de Murias de Rechivaldo por asfalto y los acerca a Castrillo de Polvazares, quintaesencia de la maragatería. Se trata de un pueblo muy cuidado y de gran encanto, pero que sumará un kilómetro más a la vía. Si se llega con fuerzas se recomienda esta alternativa.

La etapa Astorga - Foncebadón(26,1 kilómetros)

Después de un desayuno en el que será casi imposible privarse de alguno de los dulces que caracterizan a Astorga (260 kilómetros a Santiago), el caminante enfila esta atractiva etapa que lo adentra en la comarca maragata y lo acerca poco a poco a los montes de León. La partida se hace desde la calle San Pedro de la capital astorgana. Tras recorrer menos de medio kilómetro por ella se cruza la N-VI a través de un paso de peatones y se avanza hacia la LE-142, carretera de doble sentido y cierto tráfico que conduce hasta Castrillo de Polvazares. Por la acera o por un paseo paralelo al asfalto los romeros arrancan la caminata y sobrepasan dos cruces enfrentadas.

La de la derecha es de madera y tiene incorporada una vieira jacobea mientras que la del margen izquierdo evoca a los peregrinos identes (aquellos que unen al significado de la peregrinación el de un camino interior que los lleva a encontrarse con su vocación cristiana), un recordatorio muy repetido a lo largo de todo el Camino Francés. Se pasa por delante de una residencia de ancianos y se accede al término municipal de Valdeviejas, a cuyo núcleo se accederá por un desvío a la derecha indicado en la carretera. Si se sigue por este cruce los caminantes se acercan a esta pequeña localidad. Sin embargo, la ruta principal no se desvía y sigue de frente en un avance rectilíneo.

Poco después, y tras una leve bajada, los peregrinos dejan a mano izquierda la ermita del Ecce Homo, un templo de la Edad Media remodelado en el siglo XVIII en donde los romeros podrán comprar y sellar la credencial. En esta bella iglesia hubo antaño un pozo que ayudaba a los peregrinos a saciar su sed. La leyenda recuerda cómo una mujer que se dirigía a Santiago se detuvo en él para coger agua con la mala fortuna de que su hijo cayó en su interior. Invocando la madre al Ecce Homo, las aguas comenzaron a crecer, salvando al muchacho. Tal y como recuerda la memoria popular, parece ser que este hecho inspira la inscripción que se conserva en la ermita: «Echa limosna, viajero, a este santo Ecce Homo y al instante verás cómo sales del atolladero».

Variante hacia Castrillo de Polvazares

El sendero deja atrás la ermita y continúa por un paso elevado que salva la A-6, la autovía del Noroeste, que desde esta etapa hasta Galicia acompañará al romero en diversos tramos. Acto seguido, y a través de una pista bastante estrecha anunciada con una cruz, se discurre por el margen derecho del asfalto en dirección a Murias de Rechivaldo (22,4 kilómetros a Foncebadón). Pero antes de llegar a este núcleo los romeros aún deberán encadenar tres cruces consecutivos sobre la LE-142 y salvar el cauce del río Jerga. Se llega entonces, casi cuatro kilómetros después, a esta bonita aunque pequeña población con servicios con la que se entra de lleno en la comarca maragata.  

En el enclave aún se puede apreciar la construcción propia de los antiguos arrieros a partir de las casas de piedra de mampostería que cuentan con un gran portalón, en su día necesario para poder guardar los carros. Destaca en el lugar la iglesia parroquial de San Esteban con su característica espadaña y la imagen de san Roque peregrino venerada en su interior. La vía salva la localidad por la calle-camino que discurre por su izquierda, y en la que los romeros hallarán mesones. Ya con Murias a sus espaldas, se reencuentran con el sendero paralelo que avanza por el margen derecho del asfalto sin ningún tipo de desnivel.

Durante el recorrido los romeros podrán contemplar hacia su derecha Castrillo de Polvazares (19,3 kilómetros a Foncebadón), gran ejemplo de la arquitectura maragata, con sus calles empedradas y casas blasonadas. El enclave fue declarado conjunto histórico-artístico. A pesar de que el trazado original de la ruta jacobea no pasa por esta localidad, su belleza bien merece un pequeño rodeo, que supondrá poco más de 1 kilómetro. Para llegar al lugar se deberá proseguir desde Murias por la LE-142 durante poco menos de cuatro kilómetros. Tras la visita, donde también se podrá probar el conocido cocido maragato del lugar, una pista agraria bien indicada permite a los viajeros enlazar de nuevo con la vía milenaria cerca de Santa Catalina de Somoza.

Catedral

Catedral

Nuevas aldeas maragatas

La ruta principal, sin embargo, no se desplaza hasta Castrillo. Continúa camino por el sendero paralelo a la carretera en un avance rectilíneo. Con la silueta del monte Teleno recortando el horizonte, arranca el ascenso para el caminante, que en estos primeros kilómetros es muy leve, casi imperceptible. De hecho, hasta el siguiente alto tan solo se afronta un pequeño desnivel de 100 metros de altitud. Escoltado por monte bajo y vegetación esteparia, y alguna encina solitaria, el peregrino salva una intersección con la LE-142 y sobrepasa un área recreativa, sin fuente y con bancos a cielo abierto.

La vía se triplica en un curioso avance. A la izquierda discurre la carretera, por el centro progresa el sendero de gravilla blanca para romeros y a la derecha marcha una pista agraria de tierra roja. De esta forma se llega, a través de un desvío a la derecha, a Santa Catalina de Somoza (17,3 kilómetros a Foncebadón), pequeño núcleo de claro pasado jacobeo. De hecho, y a pesar de que del hospital de la Virgen de las Candelas ya no se conserven restos, está documentada la histórica hospitalidad del enclave hacia los peregrinos. La vía se aproxima al entorno de la iglesia parroquial de Santa María y atraviesa el enclave a través de la calle Real. Para aquellos que necesiten salvar una urgencia, uno de estos refugios incluye una máquina con vendas y demás complementos para primeros auxilios.

A la salida del enclave el camino recupera el discurrir paralelo a la carretera. Se trata de cuatro kilómetros sin sombras ni fuentes a lo largo de los cuales el romero, en ligerísimo ascenso, tan solo halla unos bancos al aire libre y una cruz de importantes dimensiones que recuerda a una peregrina fallecida en el 2011. Después de cubrir un pequeño tramo por la misma carretera el camino ya se adentra a partir de un desvío a la derecha en el Ganso (13,1 kilómetros a Foncebadón), enclave que en el siglo XII ya contaba con un hospital para peregrinos y monasterio. En el núcleo, en el que se conservan algunas casas teitadas, de cubierta de paja, muy similares a las pallozas, la iglesia está dedicada a Santiago y en su interior se puede contemplar una talla del siglo XVI del Apóstol vestido de peregrino.

La sirga peregrina atraviesa el núcleo, gira a la izquierda, pasa junto al templo y a una fuente de agua potable (en la entrada hay dos sin garantías sanitarias) y ya se despide del mismo tras adelantar el único albergue de la localidad.

Ascenso más perceptible

Justo a la salida se retoma la pista de tierra paralela a la carretera que avanza sin ningún tipo de incidencia, salvo algún cruce con un camino local y los sucesivos pasos bajo tendidos eléctricos.

En este tramo es también reseñable la compañía de los primeros bosques de robles y pinos que, sin embargo, no aportarán sombra a los sofocados peregrinos. Después de adelantar un área recreativa con cruz y mesas al aire libre, los caminantes continúan su prolongado avance por este sendero que, en ocasiones, se eleva con respecto a la carretera, mientras que en otros tramos se pone a ras de asfalto o se aleja de nuevo de él. Poco a poco, además, el ascenso se hace más perceptible. Desde los 870 metros de Astorga, el peregrino ya supera los 1.050 metros. Tras dejar a mano derecha el desvío que conduce hasta Rabanal Viejo, el camino se estrecha y pasa sobre el arroyo de las Reguerinas. Menos de 100 metros después se aleja del asfalto y se encamina por una senda de tierra con muchas piedras que asciende a partir de sucesivas curvas entre robles.

Los ciclistas deberán continuar por carretera ante la dificultad de seguir por este itinerario, el cual, de todas formas, vuelve a conectar tras la subida con el asfalto. El caminante avanza junto a una valla adornada con decenas de cruces de madera, construidas y depositadas en el lugar por los miles de peregrinos que han pasado por él. Esta es una costumbre propia de toda la ruta jacobea. Tras el ascenso, y más de medio kilómetro de cruces después, desaparece la alambrada y el sendero se vuelve a estrechar para continuar en paralelo a la carretera.

A mano izquierda se situaba hasta octubre del 2013 el conocido como roble del Peregrino, un majestuoso árbol centenario que aportaba generosa sombra a dos bancos y que se imponía a la orilla misma de la ruta milenaria. Sin embargo, el fuente viento de un temporal pudo con este icono del Camino.

Rabanal del Camino, posible final

El caminante afronta un pequeño tramo por asfalto y regresa poco después al camino paralelo. Deja a mano izquierda la ermita del Cristo de Vera Cruz y, en el cruce contiguo, elige el sendero (bien señalizado) que conduce por la derecha hasta la empedrada calle Real de Rabanal del Camino (5,9 kilómetros a Foncebadón). Este bonito pueblo, en donde los romeros hallarán todo tipo de servicios al centrar prácticamente el Camino su actividad económica, puede ser un buen fin de etapa para aquellos peregrinos cansados o, en general, para todos los caminantes que prefieran no hacer frente al riguroso clima que caracteriza el inmediato ascenso.

El frío, la niebla y, en invierno, la nieve son propios de Foncebadón, lugar de montaña ubicado a 1.430 metros y a donde aún restan casi 6 kilómetros. Rabanal del Camino, que en el Códice Calixtino era el fin de la novena etapa (Raphanellus), fue un núcleo destacado en la historia jacobea al acoger durante la Edad Media varios hospitales e iglesias, levantados por los monjes templarios, y al convertirse en un punto de reunión para aquellos romeros que iban a enfrentarse al próximo monte Irago. De su arquitectura religiosa aún se pueden contemplar la capilla de San José (siglo XVIII), con una imagen del apóstol Santiago en su interior, y la iglesia de la Asunción (del siglo XII), que conserva su ábside románico y que ha sido declarada bien de interés cultural.

Última subida

Quienes opten por continuar camino, pasarán delante del último templo y de distintos servicios de restauración para llegar por asfalto, y ya a las afueras, a un lavadero y a una fuente contigua. Arranca entonces un sendero de tierra adecuado para los peregrinos pero que, en ocasiones, solicitará que presten atención a su caminar. Flanqueada por robles y tras un ligerísimo ascenso, la vía se aproxima a una nueva intersección con la LE-142.

Foncebadón

Foncebadón

Llegado este punto, se recomienda a los ciclistas continuar ascenso hacia la derecha y por carretera ante lo complicado de proseguir por el camino de tierra que deberán emprender los caminantes. Estos cruzan la carretera y se adentran por un estrecho sendero que los aleja del asfalto y que los conduce después de una prolongada subida de más de medio kilómetro hasta una nueva intersección con el asfalto. Se cruza la carretera y se continúa de frente por un camino un poco más ancho que avanza por encima de ella. Se llega más de 1 kilómetro después a unos bancos en los que descansar o cobijarse para emprender de nuevo, y siempre en ascenso, los kilómetros restantes de la etapa. La montaña, sobre la que ganan terreno los piornos, los enebros y las retamas, comienza a brindar a los caminantes vistas prodigiosas de los montes cercanos y, hacia atrás, de toda la comarca.

A pesar de que los peregrinos se enfrentan a la parte más dura de la subida, los desniveles no suelen superar el 6%. El sendero prosigue bajo el tendido eléctrico hasta descender de nuevo hasta el asfalto, que se deberá recorrer durante otros 400 metros para llegar al inhóspito Foncebadón, último pueblo maragato asentado sobre un collado. A pesar de que el núcleo se halla prácticamente despoblado, aún mantiene la sirga en perfecto estado. Una ancha pista pedregosa que se desvía hacia la izquierda conduce a los exhaustos caminantes hasta el albergue parroquial.

Astorga - Foncebadónen bici

Los ciclistas solventarán el itinerario desde Astorga hasta Rabanal del Camino sin ninguna dificultad salvo en la subida que sucede al arroyo de las Reguerinas, donde, en vez de por la vía principal, se recomienda continuar por carretera ante la dificultad de avanzar por esta pista ascendente con muchas piedras. Pero, en general, la jornada transita por grandes llanuras sin casi desniveles.

La alternativa de continuar camino por carretera también se vuelve obligatoria en Rabanal del Camino. De hecho, quienes no precisen acceder al pueblo pueden rodearlo por carretera y evitar así sus calles empedradas. La posterior subida hasta Foncebadón también se deberá hacer solo por asfalto. Lo complicado de las pistas y lo empinado de algunos ascensos desaconsejan a los ciclistas seguir la vía original. Por carretera la inclinación es mucho más tendida.

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