Villafranca del Bierzo-O Cebreiro

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Llegada a O Cebreiro / Fotografía de Óscar Cela

Llegada a O Cebreiro / Fotografía de Óscar Cela

Tras unir un buen número de pequeños pueblos por unha pista paralela a la N-VI, en general bien dotados de servicios, el trazado regresa a la alta montaña. El Camino entra en la maravillosa y mágica Galicia por la puerta grande. O Cebreiro es uno de los sitios que se quedan grabados a fuego en la memoria del peregrino. La ascensión, siempre y cuando se realice sin agobios, no es complicada. El kilometraje puede resultar algo abultado para los romeros que lleguen justos de fuerzas, ya que la escalada se reserva para el final. Estos siempre tendrán la opción de poner punto y seguido en cualquier establecimiento de los pueblos de la falda. No les faltarán posibilidades.

La etapa Villafranca del Bierzo - O Cebreiro(29,6 kilómetros)

Ya al otro lado del río, con la desaparición de las últimas viviendas de Villafranca (185 kilómetros a Santiago), desaparecen a su vez las aceras. El peregrino avanza por la misma carretera. Justo a la salida hay pequeños tramos en los que se creó un pequeño sendero natural por las pisadas de los romeros a orillas del asfalto, pero en este primer trecho es inevitable sentir cierta inseguridad generada al caminar de tú a tú con los coches. En medio de montañas, verdes y poderosas, la carretera se toca con la A-6, a un nivel más elevado. Desde este punto, el peregrino avanzará por una pista incómoda. Siempre por el margen izquierdo de esta vieja vía de comunicación: por el derecho no hay sitio, y además hay riesgo de desprendimientos. Por suerte, desde la apertura de la autovía, esta carretera apenas es transitada por vehículos. El paseo, a orillas del río Valcarce, va entrando en pequeñas y tranquilas localidades. Apenas existen desniveles hasta Vega de Valcarce.

El primero de estos pequeños pueblos es Pereje. En su día contó con un hospital y una cárcel para peregrinos. El romero deberá andar con ojo a la hora de retomar el andadero, ya que no existe paso de peatones. Tras un kilómetro y medio de marcha, siempre acompañado del río Valcarce, el caminante se encuentra con el área de descanso de Trabadelo, ubicada 500 metros antes de la entrada a la aldea. A la salida de este pueblo con tradición maderera, una pista ofrece un respiro del cansino andadero.

Tras un nuevo paso bajo la autovía, en el que hay que tomar a la izquierda (a veces está indicado con piedras en el suelo formando una flecha), se regresa al margen izquierdo de la A-6. Casi 2 kilómetros más adelante se encuentra uno de los grandes puntos negros de la etapa. La pista muere de forma muy peligrosa, justo en una de las salidas de la autovía más transitadas tanto por vehículos como por camiones y autobuses.. Desde la explanada del aparcamiento suelen operar vendedores que comercian con fruta de temporada. Al otro lado de la carretera se encuentra el núcleo de A Portela. Se ubica en un estrechamiento natural. Durante la época feudal, los nobles exigían el pago de un portazgo (impuesto de paso) a todos aquellos caminantes que desearan entrar en Galicia. Se cree que el nombre de este pueblo deriva del nombre del impuesto, suprimido a principios del XVIII por Alfonso VI.

Los vecinos de este pequeño pueblo levantaron una estatua en honor del apóstol Santiago con una placa que indica las distancias a Santiago y a Roncesvalles. Tras un tramo caminando sobre el margen izquierdo de la N-VI, aunque ya sin andadero, el romero llega a un cruce en el que debe tomar a la izquierda en dirección a Ambasmestas. Cada vez es más notorio que el Camino de Santiago gana altura, aunque casi siempre, desde el inicio de la jornada, a través de falsos llanos. Vega de Valcárce es la mejor opción para avituallarse de cara a la subida. Esta población es la de mayor importancia y tamaño. Cuenta con un gran número de servicios, desde farmacia hasta supermercado, pasando por panaderías y cajeros.

Albergue de Ruitelán

Albergue de Ruitelán

En Ruitelán, la terraza del Bar Omega, a la entrada de la aldea, es un buen lugar para tomar un descanso antes de comenzar la ascensión. La capilla de San Froilán está construida sobre la cueva en la que se refugió este santo durante su vida de ermitaño. Froilán decidió abandonar su retiro espiritual. Lleno de dudas, se introdujo unas brasas encendidas en la boca y, al no quemarse, se lanzó a predicar. Froilán falleció en el año 900 siendo obispo de León. Hoy en día es patrón de Lugo.

Hacia arriba Desde Ruitelán a Las Herrerías se aprecia que la pendiente, sin llegar a ser pronunciada, aumenta de forma considerable. Con la compañía de un bonito paisaje a mano izquierda, repleto de pescadores en busca de truchas, se llega tras cruzar un puente romano a este bucólico pueblo caminero, que debe su nombre a cuatro herrerías en las que se trabajaba este metal. El itinerario jacobeo cruza el alargado y tranquilo pueblo por la calle Camino de Santiago, donde se hallan todos los servicios, en un agradable paseo. Tras rebasar una fuente, se llega a una bifurcación que conduce o bien a la ruta del Molino Verde, o bien a La Faba. Es esta última opción, siempre por terreno llano y asfaltado, la que se deberá escoger.

Se llega entonces al barrio de Hospital, una continuación del núcleo anterior que toma su nombre de un antiguo hospital creado en 1178 para peregrinos ingleses. Nada más cruzar un puente de madera y dejar atrás el cartel de Las Herrerías el itinerario gira bruscamente a la izquierda, donde arrancan las primeras rampas de importante desnivel, que discurren sobre el asfalto y en las que los peregrinos deberán compartir camino con los escasos coches que circulan por el lugar. El repecho se mantiene constante durante casi un kilómetro hasta que se llega a un cruce que invita (con indicaciones y un mojón) a los caminantes a abandonar la carretera y a los bicigrinos a continuar por ella.

Ya en la senda, que conduce hasta una bella corredoira (camino para llevar el ganado a los pastos), la pendiente dará un respiro a los caminantes hasta cruzar el arroyo de Refoxo. Alcanzado este punto y, tras otro giro a la izquierda, arranca una firme subida en zigzag que los conducirá, entre castaños y robles y algún camino sombrío, hasta el siguiente alto. Los repechos no son excesivamente largos ni continuados aunque la subida será constante, con firme desigual y abundancia de piedras. El ascenso –se pasa de 760 metros de altitud en el desvío a 921 metros en La Faba- pese a ser duro (el más exigente de la jornada) no lo es tanto como se tiene escrito, sobre todo, si se realiza con condiciones climáticas favorables. Lo único que pesará en contra, además de la mochila, es el cansancio acumulado y, en invierno, la ausencia de servicios y las heladas en el firme.

Tras vislumbrar un pequeño puente medieval que permanece casi escondido entre la vegetación, la senda alcanza La Faba, un pequeño núcleo en pendiente que conserva una buena arquitectura de montaña y en el que los peregrinos podrán reponer fuerzas. El lugar acoge una bonita iglesia, de los siglos XVI y XVIII, con retablos barrocos y una escultura en bronce del Santiago Peregrino. Es en este templo donde el párroco de O Cebreiro oficia a las 20.00 horas una oración ecuménica con peregrinos de distintas religiones, como católicos, protestantes, budistas o musulmanes. También es junto a esta basílica, en su lado derecho, donde se localizan muchas sepulturas de peregrinos (el resto de vecinos se enterraba a la izquierda).

La historia recuerda, a partir de una placa, cómo fue en este lugar donde fallecieron de peste un grupo de caminantes alemanes. A la salida del lugar habrá que fijarse en el firme, cuyas grandes losas de piedra dan fe de una antigua calzada romana -si las nevadas dan una tregua, podrá apreciarse la roca tallada en su superficie-, así como levantar la vista y comenzar a otear los bosques atlánticos de la zona y allá en lo alto, la cumbre. Y es que en este tramo de paisaje montañoso, en el que abundan los pastizales, los árboles prácticamente ya desaparecen. La ausencia de sombras puede castigar a los peregrinos en los días de más calor, aunque, a cambio, las hermosas vistas y el despejado campo de visión, que aumenta la sensación de estar cerca de la meta, influye en una percepción más favorable de la pendiente.

Laguna de Castilla

La subida, además, comienza a suavizarse mientras se acerca a Laguna de Castilla (a menos de 2 kilómetros de O Cebreiro), el último pueblo de Castilla y León en el Camino. El pequeño enclave, situado ya a 1164 metros, y en el que una palloza anuncia las edificaciones típicas de la zona de montaña, cuenta con un bar y albergue adjunto que en temporada alta abre a primera hora y sirve tanto desayunos como comidas y cenas, y también cuenta con diversos accesorios para peregrinos, como ponchos. En caso de que estos establecimientos estén cerrados (en invierno) y para los caminantes que necesiten avituallamiento hay enfrente del bar una máquina de bebidas y otra de refrescos que puede sacar a los peregrinos de un apuro. En el pueblo, que cuenta con tres hórreos de planta cuadrada, también hay una fuente. A la salida del núcleo, en una bifurcación que puede despistar, se debe estar atento al mojón indicativo y seguir por el camino situado a la izquierda. Sin ser pronunciado, el sendero continúa por la media ladera de una sierra y poco a poco gana altitud.

Albergue de peregrinos en Laguna de Castilla

Albergue de peregrinos en Laguna de Castilla

Setecientos metros después de Laguna ya aparece el mojón (tiene la inscripción "Os Santos") que avanza la entrada a Galicia y que especifica que quedan 152,5 kilómetros hasta la meta. Antaño había en el lugar una ermita que marcaba el límite entre León y Lugo. Desde este momento y hasta Santiago habrá un panel indicativo cada 500 metros (excepto en la variante de la ruta que enlaza Triacastela con Sarria por Samos) en una especie de cuenta atrás que animará a los caminantes. Cuatrocientos metros después la senda jacobea también se despide de la comunidad de Castilla y León con un pintarrajeado monolito de piedra que marca la entrada en Galicia. Ya solo falta el último esfuerzo para coronar la etapa y acceder al esperado O Cebreiro. Tras el kilómetro final, el camino pasa por delante de una casa de piedra deshabitada y llega a un monumento al peregrino, conocido como monumento al «Gaiteiro», con el que se recuerda una leyenda medieval que habla de un caminante alemán que se extravió entre las montañas y pudo llegar a este enclave guiado por el sonido de una gaita. En la cima las vistas no dejarán a nadie indiferente. Tras las fotos de rigor y tras pasar por delante de un cruceiro, el itinerario ya accede al enclave por la parte trasera de la iglesia Santa María la Real de O Cebreiro.

Villafranca del Bierzo - O Cebreiroen bici

Precaución a la salida de Perexe y a la llegada a la estación de servicio de A Portela. Cruces muy peligrosos. Desde A Portela se abandona el andadero para compartir carretera con los pocos coches que transitan por la vieja N-VI. Primera parte de la etapa cómoda, pero desde Ruitelán comienzan los falsos llanos y, a la salida de Las Herrerías, las rampas empinadas. A la salida de Las Herrerías, varios indicadores recomiendan a los ciclistas seguir por la carretera hasta O Cebreiro. Se da algo de rodeo, pero el firme acompaña. Solo se recomienda ascender hasta O Cebreiro por el Camino original a los ciclistas más expertos, ya que algunas pendientes son muy acusadas y hay tramos en los que el firme no acompaña. Solo la combinación de fuerza y pericia evitarán al bicigrino tener que bajarse de la bicicleta para empujar.

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