Ferrol

Ferrol ©Panoramio Luisa Díaz

El vínculo entre Ferrol y el mar está presente en muchos de los atractivos de la ciudad. Sus orígenes están anclados en la zona portuaria, donde arranca el Camino. Siguiendo este recorrido, el barrio de Ferrol Vello, contiguo a la rada y puerta del Camino Inglés, luce en la fachada marítima la iglesia de Nuestra Señora del Socorro, un pequeño templo neoclásico datado del año 1767 que contiene en su interior dos tallas de gran devoción en la ciudad: el Cristo de los Navegantes y la Virgen del Socorro. Preside también la vista del puerto el baluarte de San Xoán,

uno de los restos más importantes de la muralla de la ciudad del XVIII. Al lado opuesto se encuentra la Sala de Armas del Arsenal Militar, uno de los edificios más emblemáticos de la urbe y al que se puede acceder mediante las visitas guiadas en la Ruta de la Construcción Naval.

El siguiente templo que se topa el trajinero es el de San Francisco. La construcción, o al menos la reedificación de la iglesia, otrora convento franciscano, se le atribuye a Fernán Peres de Andrade o Boo en el siglo XIV, aunque según el historiador ferrolano Montero y Aróstegui, habría que remontar los orígenes de la antigua edificación a la época en la que el mismo san Francisco peregrinó a Compostela. 

Así lo recoge el Boletín de la Real Academia Galega, que indica que, cuando los franceses invadieron Ferrol, respetaron el convento tal y como se especificó en la capitulación de la ciudad. En 1757 la iglesia medieval fue sustituida por un templo ilustrado, con planta de cruz latina inscrita en un rectángulo y tres naves separadas por pilares. Su retablo mayor luce imágenes de la Inmaculada, san Francisco y santo Domingo realizadas en 1790 por el gran escultor José Ferreiro y por Juan Antonio de Estivada.

Ferrol ©Panoramio Caranceiro

No menos emblemática es la fuente que se encuentra frente a San Francisco: la fuente de San Roque. Muestra el antiguo escudo de la ciudad, en el que aparece una torre con un farol, lo que explicaría la etimología, incorrecta pero muy extendida popularmente, de que el topónimo Ferrol deriva de farol.

Ferrol es bien conocida por la disposición de sus calles en cuadrícula. Hacia ellas conduce la senda, al llegar al barrio de A Magdalena, ejemplo del urbanismo racional de la Ilustración, con su disposición matemática, de tableta de chocolate, esto es, el trazado de damero, característico por sus calles rectilíneas cruzadas en ángulo recto.

Destacan sus casas de galerías y las edificaciones de estilo modernista del arquitecto municipal Rodolfo Ucha. El barrio fue declarado conjunto histórico-artístico en 1983. En esa misma zona se encuentra el teatro Jofre, inaugurado en 1892, y la puerta del Dique,

Símbolo de la capital departamental y portada solemne del siglo XVIII, obra del ingeniero militar Julián Sánchez Bort, también encargado del trazado de la principal iglesia del municipio: la neoclásica concatedral de San Julián (San Xiao), patrón de la ciudad, a la que sus dos torres de sillería aportan un perfil esbelto.

Inmerso aun en A Magdalena, el visitante puede contemplar uno de los edificios más significativos para la peregrinación, el Hospital de Caridad, actualmente Centro Cultural Torrente Ballester, que fue levantado en 1780 para prestar servicio a enfermos, pobres y peregrinos.

Visitas guiadas

Las visitas al Arsenal Militar y a la fortaleza de San Felipe, esta última en la bocana de la ría, son los itinerarios estrella que oferta el área de Turismo. A ellos se suman los viajes en barco por la ría, con una alocución detallada a bordo sobre los astilleros, las infraestructuras militares y la historia de la ciudad. Están disponibles, habitualmente, en días festivos y temporada alta (Semana Santa y verano), si bien es necesario consultar en la oficina de Turismo la configuración de los horarios y reservas.

De gran interés son también las muestras permanentes de Exponav (Exposición Nacional de la Construcción Naval) y el Museo Naval, en el edificio de Herrerías (Irmandiños, s/n), un paseo por la historia de la construcción naval y el devenir de los útiles náuticos. El recinto fue exilio durante casi una década de la estatua ecuestre del dictador Franco, desde que se retiró de la plaza de España en el 2002 hasta el definitivo confinamiento de la efigie en una nave de la Armada.

Fiestas

El patrón de la ciudad es el 7 de enero, día de San Xiao. El otro festivo local es el lunes de Pascua, coincidiendo con la romería al santuario de la Virgen de Chamorro –o Virgen del Nordés-, a la que se le profesa auténtica devoción en el municipio.

Pero si hay una fecha señalada en el calendario ferrolano, esa es la Semana Santa. Declarada de Interés Turístico Internacional, la Pasión concentra ocho días de procesiones y actos litúrgicos rodeados de espectáculos y tradición. El Viernes Santo, día grande, sale en procesión el Santo Encuentro, y esa misma noche se celebra la más silenciosa, la de Os Caladiños.

Ferrol ©Panoramio LUISA DIAZ

En fechas veraniegas, la ciudad acoge la tradicional Feria de Muestras, que ya ha cumplido los 50 años. Se celebra la primera quincena de julio en el recinto de Punta Arnela. Y en agosto, las apretadas calles del barrio de Ferrol Vello recrean el medievo con una feria de artesanía, gastronomía y espectáculos ambientados en la época.

Entretanto, los arenales ferrolanos son un excelente reclamo estival para perderse por la costa. Cariño, San Xurxo, Covas o Doniños son algunos de los más populares, aunque el litoral siempre sorprende con alguna que otra cala recóndita en la que apurar hasta el último rayo de sol.

Asimismo, en la última semana de agosto se concentran las fiestas de verano, a las que se les pone broche con los fuegos de San Ramón, un espectáculo pirotécnico que ilumina en la noche la ensenada de A Malata y el puerto de Ferrol.

Y no se puede olvidar la recreación de la batalla de Brión el domingo más próximo al 25 de agosto. Se trata de una recreación popular de la contienda que libraron los ferrolanos en el año 1800 para frenar la invasión inglesa que avanzaba peligrosamente hacia la ciudad, una victoria local que favorecía los intereses de Napoleón, quien brindó en París con la célebre “por los valientes ferrolanos”.