Monasterio Real de San Benito

Monasterio Real de San Benito - Wikimedia Commons / Zarateman

El Camino Francés a su paso por Castilla y León recorre diferentes municipios de larga tradición jacobea, que aunque son de pequeño tamaño, cuentan con un gran patrimonio histórico. Uno de estos lugares es Sahagún, una villa que limita con la orilla izquierda del río Cea y en la que podemos encontrar edificaciones históricas como el Monasterio Real de San Benito.

El mayor ejemplo de un templo benedictino en la Península

Sahagún es todo un tesoro en cuanto a patrimonio histórico. Además de la Iglesia de San Lorenzo de Sahagún y la Iglesia de la Peregrina, esta villa cuenta con lo que ahora son las ruinas del Monasterio Real de San Benito, un monasterio que tuvo una gran importancia en la Edad Media y cuya primera referencia escrita data del año 904.

Las posesiones del Monasterio Real de San Benito llegaban desde Tierra de Campos hasta Liébana y Segovia, de ahí su importancia. Además, fue uno de los principales protagonistas de la reforma de los monasterios benedictinos en el momento en el que la Orden de Cluny, una orden monástica católica reformada, llegó a la Península Ibérica.

A partir del siglo XV comienza el declive de este monasterio, motivado principalmente por la construcción del monasterio de Valladolid, del que pasó a depender. Años más tarde, la Guerra de la Independencia, numerosos incendios y la Desamortización hicieron que este lugar se encuentre en ruinas prácticamente en su totalidad. En la actualidad, los elementos más importantes que podemos ver son los siguientes.

• Capilla de San Mancio: construida con piedra y ladrillo, consta de tres tramos, uno de ellos prácticamente destruido. Originalmente estaba dedicada a San Benito, y más tarde cobijó las reliquias de San Mancio.
• Arco de San Benito: declarado Monumento Nacional, cuenta con dos estatuas de los santos Facundo y Primitivo y otras dos de Alfonso III y Alfonso VI. Hoy en día parece un arco del triunfo, ya que bajo él pasa la carretera.
• Torre del reloj: cuenta con el reloj de la villa, y anteriormente existía otra torre gemela a esta, con la que completaban la entrada al monasterio.

Este monasterio, de estilo románico-mudéjar, se considera la máxima expresión de un templo benedictino en la Península Ibérica, lo que lo convierte en un lugar que vale la pena visitar.