Reportaje

La leyenda del peregrino fantasma

Esta vez nos adentramos en la historia, o mejor dicho, leyenda, más conocida relacionada con el misterio y la Catedral de Santiago. ¿Te atreves a descubrirla?

El Camino de Santiago es un viaje que bien podríamos considerar mágico, una experiencia única que se queda grabada a fuego en cada uno de los peregrinos que deciden recorrerlo. Un periplo tan especial que no sólo viene caracterizado por los motivos y que nos llevan a realizarlo, sino también por el trasfondo, marco y telón que supone cada una de las rutas, siempre cargadas de encanto.

Galicia es una tierra mágica, eso seguro que ya lo sabréis a estas alturas. Hace poco repasábamos una de las leyendas más conocidas, tal vez la que más, la Santa Compaña y cuya historia podéis recordar aquí. No es el único de los “cuentos” que pasa de generación a generación, aún menos en el Camino. Hoy nos adentramos en la que, posiblemente, sea la leyenda más conocida de Santiago de Compostela, la del peregrino fantasma.

Plaza de Quintana

Plaza de Quintana

¿Existen los fantasmas, las almas errantes? Bueno, esa en realidad es una pregunta que nosotros no podemos responder, pero de lo que no cabe duda es que la historia que nos ocupa tiene ese halo de misterio, y al mismo tiempo encanto-tragedia que siempre suele ir ligado a los relatos con siglos a la espalda. La leyenda del peregrino fantasma nos lleva a Santiago, concretamente a la Plaza de Quintana. ¿Qué la hace tan especial? La aparición de una silueta, sombra en este caso, que conforme llega el atardecer en adelante cobra la forma de un peregrino.

La Praza da Quintana, o también conocida Quintana de Mortos, es uno de los tantos lugares emblemáticos que alberga Santiago. Como bien dice el nombre, fue durante siglos un cementerio, hasta que finalmente debido a la falta de espacio decidió clausurarse como tal a finales del siglo XVIII. A partir de entonces la leyenda del conocido peregrino no ha hecho más que crecer y crecer. Los visitantes que se acerquen al lugar podrán observar al “espectro” en la base de la Torre del Reloj, entre la Puerta Real y la entrada de la Puerta Santa, perfectamente ataviado con la capa, sombrero además del bastón, todo ello fruto del efecto óptico que produce la iluminación y el pararrayos de la Catedral de Santiago.

No obstante, son dos las leyendas que parecen ir ligadas al ya famoso fantasma del peregrino, y que a continuación os contaremos.

Una historia de amor trágica

Una de las leyendas está directamente relacionada con un sacerdote y una monja de clausura. Tal y como reza el relato, el clérigo sentía un gran amor por una monja perteneciente al Convento de San Pelayo, situado en San Paio de Antealtares.

Con el fin de poder verse a solas con ella, el sacerdote recorría todas las noches un estrecho pasadizo secreto situado bajo la Plaza de Quintana, el cual unía como ya podréis imaginar la Catedral con el convento. Fruto del amor que se profesaban, y debido al cansancio del sacerdote con la situación, éste le propuso a la monja quedar a medianoche del día siguiente en la Plaza de Quintana para fugarse juntos, y con ello empezar una nueva vida.

El fantasma del peregrino

El fantasma del peregrino

Llegó la noche posterior a la propuesta. El sacerdote acudió a la cita en el lugar indicado ataviado con una túnica propia de los peregrinos para no levantar sospechas. Por desgracia, la monja, su amada, nunca llegó a aparecer. Desde entonces se dice que el clérigo acude noche tras noche a la plaza para esperar a su dama…

La historia del Peregrino Leonard du Revenant

La siguiente de las leyendas está directamente relacionada con el Camino, una historia que nos transporta nada más y nada menos que al siglo XV. Situándonos en dicha fecha, y poniéndonos en la piel de un criminal de la época, una de las formas de conseguir el indulto total pasaba por realizar el Camino de Santiago, demostrando así nuestro más profundo arrepentimiento y respeto hacia el apóstol.

Uno de los casos tiene a Leonard du Revenant como protagonista. Hijo de un afamado y rico noble de París. Con altas expectativas de hacerse con la fortuna de progenitor lo antes posible, decidió asesinar a su padre. No tardó en ser juzgado por el Duque de Borgoña, aunque en lugar de sentenciarlo a muerte debido a los rumores que situaban a Leonard como inclusive posible padre de éste, optó por otargarle el castigo y penitencia de completar el Camino de Santiago.

Leonard, decidido a realizar la peregrinación con el fin de tras concluir el viaje hacerse con la fortuna de su padre, cayó enamorado al poco tiempo de cruzar los Pirineos de una posadera. Para desgracia de Leonard, la muchacha ya estaba comprometida. La arrogancia y total frialdad del noble desembocaron no en un sólo asesinato, sino en dos. Durante una noche y escondido en un bosque, Leonard asesinó a la pareja de la joven. Tras raptarla y violarla, el noble puso fin a su vida.

Quintana da Mortos

Quintana da Mortos

La noticia no tardó en correr como la pólvora entre las autoridades de la época. Leonard, asustado por esta vez sí ser sentenciado a muerte, decidió hacerse pasar por monje Franciscano con el fin de no llamar la atención entre los pueblos vecinos. “Convertido” en sacerdote, Leonard llegó por fin a Santiago. Ahora sólo faltaba buscar cobijo, aunque para su desdicha, todas y cada una de las posadas ya estaban llenas.

Con el fin de completar la peregrinación lo antes posible, Leonard decidió dormir en plena calle, pegado al muro de la Catedral. De esa manera, al amanecer los sacerdotes podrían conceder el perdón por sus pecados. No iba a ser una noche fácil…

Según cuenta la leyenda, esa misma noche que Leonard cayó en los brazos de Morpheo junto a la Catedral, apareció en sueños su padre, quien para más señas se dirigió a su propio hijo: “¡¡Leonard, hijo mío!! Con tu peregrinación a Santiago quedas redimido de la pena por mi muerte, puesto que yo te he perdonado. Pero cumplirás condena por los dos jóvenes a los que has asesinado durante tu peregrinación. Hasta que sus almas no viajen a Compostela y te muestren su perdón, no podrás abrazar al Santo Apostol”.

Tras dirigirse a su hijo, éste, asustado, desenvainó su espada para atacar a su progenitor. Mucho más rápido que Leonard, el padre clavó el filo en el pecho de su hijo. A partir de aquí, el resto es historia. Leonard acude noche tras noche al mismo enclave, la Plaza de Quintana, con el fin de esperar la llegada de los dos jóvenes, y con ello, poder obtener el perdón definitivo.

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