Descubre un camino tranquilo y lleno de paisajes a lo largo del río Ebro, que conduce a Santiago de Compostela y conecta con diferentes rutas
El Camino del Ebro tiene como punto de partida uno de los ríos más importantes de la península ibérica, el río Ebro. Hoy en día es un Camino de peregrinación a Santiago de Compostela para ver los restos del Apóstol, que conecta con diversas rutas.
Si estás buscando un Camino tranquilo sin tantos peregrinos, el Camino del Ebro es una buena opción. Durante la ruta podrás meditar y disfrutar de bellos paisajes llenos de cultura y una gran cantidad de monumentos.
La procedencia de su nombre viene dado por el río Ebro, que es el eje principal de la ruta. El punto de partida es en el Delta del Ebro, y continúa su recorrido hasta llegar a Logroño. Conecta con el Camino Catalán un poco antes de llegar a Zaragoza, y a partir de aquí, comienza a denominarse tanto Camino Catalán como Camino del Ebro.
Su inicio comenzó en el siglo XII, tras la Reconquista del territorio cristiano a manos de los musulmanes. Desde aquel entonces, comenzaron las peregrinaciones a Santiago de Compostela de otros cristianos procedentes de países costeros como Francia e Italia. Según la tradición, el propio Apóstol Santiago recorrió el Camino del Ebro desde Tarragona en su labor apostólica. Numerosas leyendas hablan acerca de este hecho, la más conocida es la que narra la aparición de la Virgen María en Zaragoza.
El Camino se recorre a lo largo del río Ebro, que es el más caudaloso de la península y ocupa una tercera parte del territorio español. El paisaje es muy variado, podrás disfrutar de los bosques de la cordillera prelitoral, los Secarrales de la Sierra de Caspe, los taludes naturales y mucho más.
El recorrido total del Camino del Ebro es de aproximadamente 440 km que se reparten en 17 etapas. A lo largo de ellas, el peregrino podrá visitar diferentes comunidades autónomas: Cataluña, Aragón, Navarra y La Rioja. Junto con el Camino de Levante, es una de las vías más importantes que comienzan en la costa del mar Mediterráneo hacia la ciudad de Santiago de Compostela.
Durante los 400 km que conforman el Camino, los paisajes irán variando según se atraviesan las distintas comunidades. En la ruta te encontrarás con numerosos túneles que no permiten el paso de luz, por lo que es aconsejable llevar un móvil para usarlo como linterna si fuese necesario.
En cuanto a la señalización, es la correcta para no llegar a perderse. No obstante, se debe prestar atención a las señales correctas y si fuese necesario preguntar a gente de la zona. La buena señalización que tienen los caminos principales, no tiene nada que ver con la del Camino del Ebro, por ello debemos fijarnos bien a la hora de elegir la ruta adecuada.
Se trata de una de las rutas con los desniveles más moderados hasta Santiago. Durante 350 kilómetros el camino es absolutamente llano, y estamos hablando de una ruta de 400 kilómetros. El trazado restante tiene desniveles muy asequibles, salvo por una excepción. En la subida al collado de En Torner, en Sierra de Pàndols, nos enfrentamos a un desnivel de 315 metros en 5 kilómetros. Esta cuesta nos la encontramos en la cuarta etapa de este Camino, que discurre entre Xerta y Gandesa.
En esta ruta encontramos muchos enclaves de valor cultural de épocas muy diversas. Al inicio de la ruta, en Sant Carles de la Ràpita, cruzamos esta ciudad neoclásica con su inacabada Iglesia Nueva. El puente colgante de Amposta es un icono de la arquitectura contemporánea, con ecos del famoso puente de Brooklyn.
En Tortosa encontramos el castillo de la Suda, de origen musulmán, los restos de las murallas medievales (del siglo XIV), la catedral gótica de Santa María, y la iglesia de Sant Domènec, renacentista. El azud de Xerta es testimonio de la arquitectura civil musulmana, que permitía el flujo continuo de agua del Ebro a los canales.
En la sierra de Pàndols encontramos el santuario de la Fontcalda, también de estilo neoclásico. En Gandesa, en la misma etapa, podremos ver la iglesia de la Asunción, con elementos románicos y una restauración del siglo XVII. La torre mudéjar de Utebo está declarada monumento nacional y es un ejemplo perfecto de este estilo medieval con influencia musulmana. Por supuesto, un icono de esta ruta es la basílica del Pilar, en Zaragoza, de estilo barroco y donde Santiago se le apareció la Virgen María, como cuenta la leyenda.
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